Restaurante La Bodeguita de María, para darse un capricho en Valencia

Normalmente, cuando voy a comer con mi padre, suele ser el que invita, pero por motivos que no vienen al caso, en esta ocasión iba a invitar yo, así que decidí salirme un poco de nuestro presupuesto habitual y nos acercamos al restaurante La Bodeguita de María, un sitio perfecto para darse un capricho en Valencia.

Vaya por delante que no es un sitio especialmente caro, solo un poquito más de lo habitual. En concreto comimos un menú de 20 euros, bebida aparte, que incluía dos entrantes a compartir (con varias opciones interesantes) y un buen elenco de platos principales.

Empezamos la comida con un carpaccio de pato con vinagreta de mostaza Dijón. Nombre sencillo, sabor espectacular. Delicado como las flores que decoraban el plato y sabroso como solo la carne de pato sabe ser. Una joya, lo mejor de la comida y probablemente motivo suficiente como para una segunda visita en el futuro.

Tras el éxtasis del pato, disfrutamos de un hojaldre relleno de ajoarriero sobre configura de melocotón y mango. Vaya por delante que estaba muy bueno, con un hojaldre muy crujiente y un ajoarriero excelente, pero la sensación que tuvimos es que hubiera sido un bocado más logrado si fueran varias piezas de pequeño tamaño, y no dos tan grandes.

De plato principal escogimos un arroz meloso de pulpo y habitas baby, porque el local olía ligeramente a arroces muy bien hechos. La pena es que debía pedirse para dos, y nos quedamos sin probar otros platos interesantes que había en la carta, pero mereció la pena, porque estaba también a la altura.

Por último llegaron los postres. Mi padre se pidió un tiramisú realmente cremoso y muy rico, que hacía languidecer a mi coulant con helado de turrón, y eso que es difícil competir contra un bizocho de chocolate relleno de chocolate caliente, así que os hacéis una idea.

Al final, con un par de cervezas cada uno, la cuenta se quedó en unos redondos 50 euros, un precio más que razonable para una comida con un toque moderno en la que la calidad de los ingredientes se nota a cada bocado.

Destacar también lo agradable del local, bien decorado pero sin ser pretencioso, y la atención del personal, que era exquisita sin ser pedante, algo que personalmente agradezco mucho.