De vez en cuando nos gusta salir a conocer algún restaurante nuevo por la Sierra de Madrid, y hace unas semanas, una consulta de distintas guías online nos llevó hasta el Restaurante Azaya, en Mataelpino (El Boalo). No conocíamos el restaurante, a pesar de tener una trayectoria muy larga en la zona cercana a la Sierra de Guadarrama. La casa se asienta sobre un gran chalet que hay que rodear para alcanzar la entrada, o bien subir con el coche al parking superior.
Lo primero que nos sorprendió al entrar fue lo lleno que estaba, con una parroquia compuesta por clientes habituales sentados a la mesa en un gran comedor presidido por la segunda sorpresa del día: un gran ventanal por el que se recortaba el paisaje serrano madrileño. Un servicio a la antigua usanza, con chaquetillas blancas de esas que cada vez se ven menos, iba de la cocina a las mesas en un ritmo vertiginoso. Tras escrutar la carta, llena de referencias clásicas, nos decidimos por unos entrantes para compartir y carne a la plancha de segundo.
La elección del vino fue un poco accidentada, ya que no disponían del que escogimos en un principio, proponiéndonos una alternativa que nos dijeron similar en calidad y precio. En este caso, similar quería decir cuatro euros más, detalles que es mejor ahorrarse y aconsejar con la carta de vinos en la mano. Una vez comenzada la comida, sucedió lo mismo en una mesa cercana, ¿casualidad o práctica habitual de la casa?
Comenzamos con una ensalada fresca de ventresca y pimientos asados hechos en la casa. De esos platos que no quieres que se acaben, con ingredientes de esmerado trato y frescura. Les siguieron unas habitas con jamón, más tradicional imposible, bien resueltas y sin grandes sorpresas.
Los segundos vinieron sencillamente presentados con guarnición de patatas a lo pobre, unas chuletillas de cordero muy tiernas en mi caso, y un rotundo y también muy tierno solomillo a la plancha en el caso de mi acompañante.
No quisimos dejar de probar los postres; a mí me llamaron la atención los higos al brandy con nata líquida, un postre que nunca había tomado y que me gustó mucho, una sopa de nata menos pesada de lo que en un principio pensé, con unos higos macerados en brandy muy ricos. Mi pareja fue a lo recurrente (es un gran comedor de tartas de chocolate), e hizo su tradicional cata pastelera, que terminó con nota alta.
Finalmente, con un Montecastrillo 2009 de Torremilanos, dos cafés y el servicio de pan a tres euros, la cuenta final fue de 60 euros por cabeza.
Restaurante Azaya
C/ Muñoz Grandes nº 7
Mataelpino, Madrid
tel. 91 857 33 95
Cocina clásica tradicional
Precio medio 50 euros
En Directo al Paladar | Restaurante El Oso, cocina asturiana en Madrid