Esta es tu guía para no hacer el turista cuando salgas a comer fuera estas vacaciones

Esta es tu guía para no hacer el turista cuando salgas a comer fuera estas vacaciones
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A todos nos ha pasado. Hemos ido a comer a algún restaurante de playa o en el centro de alguna ciudad y nos han tomado el pelo de mala manera. No hablo de que la calidad no estuviera en consonancia con el precio, porque uno en un restaurante, además de la comida, paga la ubicación, sino directamente de que nos hemos sentido engañados o incluso estafado, aunque técnicamente no sea así.

Para evitar que esto no nos ocurra, hemos elaborado una guía para no hacer el turista cuando salgas a comer fuera estas vacaciones. Una serie de consejos claves a la hora de detectar cuando nos la quieren clavar y también para intentar encontrar un local del que salgamos contentos.

1. Huye de las zonas más turísticas

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Es la primera regla y la más importante. Las probabilidades de encontrar un local que no esté enfocado a los turistas en primera línea de playa o al lado de las zonas más visitadas de una ciudad son casi nulas. Casi es mejor jugar a la lotería. Aléjate un poco y callejea, te sorprenderá lo que puedes encontrar.

2. Fíjate en la clientela

Si al observar al resto de comensales es como si estuvieras mirándote al espejo, malo. Intenta buscar restaurantes en los que la clientela sea local. No hace falta ser Colombo para darse cuenta: basta con escuchar el idioma que hablan, ver si hay cámaras y mochilas colgando de todas las sillas o si abundan las chanclas con calcetines.

3. Lee la carta con detenimiento antes de entrar

La mayoría de los establecimientos tienen la carta expuesta fuera, así que simplemente acércate y échale un vistazo con calma. Levantarse una vez dentro es mucho más violento que pasar un minuto de más fuera mientras notas la mirada del maître en la nuca o te intenta seducir para que entres en su local.

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 4. No te dejes embaucar en la puerta

Es bastante frecuente en zonas turísticas que haya alguien fuera intentando convencer a los transeúntes de que su local y su menú es el mejor del mundo. Por norma general, suelo huir de esos sitios, salvo en aquellos países o ciudades en los que es algo habitual en todo tipo de restaurantes. En cualquier caso, lo mejor sigue siendo escudriñar la carta, porque las palabras se las lleva el viento.

 5. Fotos no, gracias

En realidad, esto no es sinónimo de que te vayan a engañar con los precios, pero existen muchísimas probabilidades de que comas muy mal, desde una paella descongelada con guisantes y chorizo hasta un triste filete con patatas fritas de bolsa.

 6. Los menús turísticos, una trampa mortal

Aunque puede resultar atractivo la opción de un menú "turístico" a precio fijo, mi experiencia es que acaba saliendo más caro. Por un lado, las opciones a elegir son mucho menores y, por el otro, en muchos casos te la intentan colar por otro lado, por ejemplo con los postres, con un coste por cubierto encubierto (valga la aliteración) o con las bebidas, lo que nos lleva al siguiente punto.

 7. Mucho cuidado con las bebidas

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Este es el punto clave del asunto, las bebidas. Muchísimas veces los precios ni siquiera vienen en la carta, lo cual da vía libre para que nos cobren luego lo que quieran. Es mejor preguntar antes que arrepentirse después. A mi me han llegado a cobrar nueve euros por una botella de cerveza de 66cl en un menú que costaba 11 euros. En otras ocasiones he preguntado y se han extrañado, porque tenían precios razonables, pero es algo que hago siempre. No quiero tropezar más de 20 veces en la misma piedra.

 8. Ojito con las cosas fuera de carta

Muchos restaurantes tienen especialidades fuera de carta que van variando cada día. En los sitios que conozco las pido sin temor, porque sé que tendrán precios acordes al resto, pero cuando visito nuevos locales y, sobre todo, al hacer turismo, es algo que intento evitar, porque incluso preguntando por el precio, he tenido alguna sorpresa desagradable.

 Bonus: No tienes ni idea de lo que pesa el pescado

Está siendo la "sensación del verano", los 221 euros que cobraron a dos turistas por kilo y medio de pescado (153 euros el kilo de pescado fresco "for horno"), que digo yo que menudo atracón se pegarían, porque eso es mucho pescado. Por no mencionar el resto de precios del local, aunque sabiendo que está en Formentera y en primera línea de playa, eso es más esperable.

Y es que aunque es una práctica normal en determinados restaurantes de playa, (lo mismo que el precio "según mercado) hay que tener muchísimo cuidado con las cosas al peso y sin precio fijo, porque te puedes llevar un susto de narices.

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