¿Qué es la potica? ¿Y la kranjska klobasa? Te desvelamos los platos típicos de la gastronomía eslovena.
La semana pasada el Papa Francisco tuvo un guiño en clave culinaria con Melania Trump que solo ella entendió, durante la visita de los representantes de la Casa Blanca al Vaticano. Fueron solo unos segundos: "¿Qué le da de comer, potica?", preguntó el pontífice con fina ironía, refiriéndose a Donald Trump. Sería algo así como preguntar si la circunferencia abdominal del presidente de Estados Unidos se debe a una alimentación basada en donuts. Al menos, durante un momento, consiguió arrancar una auténtica sonrisa a la Primera Dama.
La potica es un postre típico esloveno, de donde procede Melania, que se prepara tradicionalmente en Semana Santa y Navidad. Es una bomba calórica tipo pan de nuez, que se prepara con levadura, mantequilla, nata, huevos y miel o azúcar, con un relleno de todo tipo de frutos secos.
Pero la gastronomía eslovena es mucho más: su riqueza en ríos, campos, bosques y montañas permite una gastronomía tradicional basada en productos de proximidad. Así se come en el país de Melania Trump. ¿Nos acompañas a conocer las delicatessen del país?
Sopas y guisos
La cocina tradicional eslovena destaca por sus excelentes guisos, sopas y gachas con todo tipo de aderezos. Su Mineštra recuerda mucho a la típica menestra de verduras, pero encontraremos también otras sopas típicas como la Štajerska kisla juha (con cerdo, patata, cebolla y nata ácida) que se sirve en ocasiones especiales. La sopa Jota se prepara con repollo adobado con patatas, beicon, y costillas; la ričet, un guiso denso de cebada y judías, y la Zganci tiene base de trigo sarraceno y cortezas de cerdo.
En Eslovenia es muy común que conviertan platos ligeros como podría ser una simple sopa de verduras en un menú contundente acompañado de la carne de matanza, tradición muy extendida.
Carnes y salazones
Las grandes extensiones de agricultura y cereales tienen mucho que ver con las costumbres gastronómicas y con el desgaste de energía de los trabajadores del campo. Por eso, los platos de carne típicos (como el tunka, elaborado con grasa de tocino o el žganci, con harina y agua) suelen ir acompañados de guarniciones contundentes de todo tipo.
El Obara, plato nacional esloveno, es un guiso y sopa de carne, callos y verduras, al que solo le faltarían unos garbanzos para parecerse al cocido.
La salchicha kranjska klobasa -disponible en cualquier bar y en los puestos de venta de comida callejera- tiene denominación de origen reconocida a nivel europeo y consiste en carne de cerdo ahumada, ajo, pimienta y sal, que sigue una receta de 1876. Recuerda a los chorizos a la sidra y se puede acompañar de mostaza como aperitivo.
Merecen mención aparte los salazones eslovenos. La orografía del país y los vientos "bora" que la azotan aportan un sabor peculiar a sus productos curados y salados. De ahí que mantengan durante siglos la elaboración artesana de su kraški pršut (jamón del Carso) o zašinek (producto cárnico seco).
Lácteos, verduras y pescado
Los mercados eslovenos recogen lo mejor de cada huerta y granja del país, acercándolo a las ciudades. ¿Tiene antojo del sabor de leche de vaca auténtica, fresca, como las que se podían probar en los pueblos hace años? En este país han proliferado las mlekomat, que son nada más y nada menos que máquinas expendedoras de leche fresca de las granjas cercanas, disponibles las 24 horas del día.
Así se entiende la importancia de los lácteos eslovenos, del cuidado pastoreo alpino y sus quesos típicos, como el Tolminec, de la zona de Istria, que se saborea untándolo en aceite de oliva.
Para los vegetarianos, la huerta y la riqueza micológica del país dan como resultado recetas con influencias italianas y balcánicas, y platos tan sabrosos como la pasta štruklji rellena de verdura y el kaša (plato de cereales), que sirve de guarnición a los vegetales.
La pasión eslovena por las especias y la sal -extraída de forma natural en sus ancestrales salinas- nos lleva también a los platos marinados de pescado, como anchoas y salmonete. La ciudad pesquera de Izola, a orillas de mar Adriático, es el puerto de entrada para el mejor pescado del país, donde se celebran jornadas gastronómicas de menús marineros y el Festival del Pescador, en agosto, como reconocimiento a quien provee los platos.
Vinos y postres
¿Sabías que en Maribor se encuentra la vid más antigua del mundo, de más de 450 años? La ribera del río Drava es una de las mayores regiones vitivinícolas del país, con rutas enológicas, viñedos, bodegas y enotecas que se pueden visitar (previa reserva) y catas interminables dada la variedad de sus vinos.
En Eslovenia suman hasta 52 cepas distintas, en tres regiones diferenciadas por su clima y su tierra. Si quieres probar algunas de las variedades autóctonas, debes buscar los vinos zelen, pinela y picolit. El vino terán, producido de la cepa refosco que crece en los suelos rojizos del Karst, es uno de los más potentes tintos de la región.
Para cerrar el menú esloveno no podemos olvidar su miel con denominación de origen y los postres típicos del país. A la potica que mencionábamos se suman especialidades como el pastel Struklji o la Kremna Rezina, (tarta de vainilla, crema pastelera, hojaldre y azúcar glaseado).
La Prekmurska gibanica es típica de la región de Prekmurje, de influencias austro-húngaras, con semillas de amapola, manzana, nueces, queso y pasas dentro del hojaldre. En definitiva, postres no aptos para diabéticos ni para contar calorías, pero deliciosos para conocer un poco más del país de Melania Trump.
Imágenes | Marianique Santos-Airman Magazine en Flickr / I Feel Slovenia
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