Leyendo un interesante artículo sobre Mireia Anglada, experta en nuevas tecnologías en alta cocina, formada en El Bulli y en el establecimiento de Pierre Hermé en París, me llaman la atención sus palabras:
En este momento la cocina profesional vive una época de esplendor y la casera de decadencia. La vida actual nos conduce al deterioro de nuestra alimentación y tenemos que estar alerta. Antes, los productos eran biológicos y se sabía seleccionar las buenas materias primas, se conocían las técnicas culinarias básicas y se preferían los sabores menos pronunciados, menos salados, menos dulces pero más naturales y originales.
Y estoy de acuerdo con ella. Estamos deslumbrados por la sofisticación de las tecnologías aplicadas a la alta restauración. Adoramos como quasi-dioses a los ilustres gurús de los fogones. Pero a la hora de entrar en nuestra cocina de casa y enfrentarnos al menú de cada día, las cosas son bien distintas.
A veces se intenta emular en casa la cocina más o menos sofisticada de los restaurantes. Pero el caso es que, o no somos cocineros, o no tenemos ganas o tiempo de aprender, o no tenemos a nuestro alcance la maquinaria o ingredientes químicos necesarios. Así, la cocina sencilla, que respeta la calidad de los ingredientes naturales, como propugna desde hace años, y con razón, Paul Bocuse, se va deteriorando poco a poco.
Un sencillo puchero, un cocido, unas verduras hervidas en su punto o un pescado a la plancha, rociado simplemente con un hilo de aceite de oliva de calidad, deberían ser la base de nuestra dieta diaria, sana y natural, lejos de sofisticaciones que no están de más en alguna ocasión especial, como en las fechas navideñas en que estamos.
Me quedo con esta otra frase de Mireia Anglada:
Saber hacer un buen cocido es la base para poder crear después una textura. Sin la cocina del fogón no existe la otra.
Vía | Consumer
En Yo llego a fin de mes | Consomé de Navidad, receta de un primer plato económico