He de reconocer que este post va dedicado a un sector que admiro profundamente: los camareros. Ese sufrido colectivo que pasa más horas de pie que una farola, que no puede comer hasta que coma el último cliente, que tiene que aguantar chascarrillos o confianzas que no han dado o que justo cuando ha terminado su turno contempla cómo entra por la puerta una manada de hooligans para tomar la penúltima. Aunque todo indique que el bar estaba a punto de cerrar.
Un aplauso lento por todos ellos que, a pesar de tener motivos y ocasiones para intoxicar a clientes indeseables, se controlan y no lo hacen. El día que los camareros de este país se declaren en huelga general por sus condiciones, España colapsa. Así de simple. Esperamos con este post hacerles sonreír.
La vida del camarero en 13 GIF
- Lo que se les pasa por la cabeza, en realidad, cuando un cliente intenta llamar su atención con un silbido, un chasquido de dedos (gesto que debería ser ilegal), un "oye, chata" o "atiende, hijo". ¿Habéis observado que tardan más? Aham.
- Su cara cuando alguien se hace el entendido de vino: pide el mejor, se lo llevan, lo agita como si fuera un dry martini y se lo bebe de un trago.
- Cuando llevan horas trabajando... ha terminado su jornada... ya tienen el suelo barrido, las luces y la música apagada... y cuatro tristes que no se dan por aludidos ni sueltan la última copa. Los camareros van a un rincón y pasa esto.
- Cuando descubren que los clientes del día no han aprendido aún el uso de los ceniceros, papeleras... y tiran las servilletas de papel, los palillos o los huesos de aceitunas al suelo. AL SUELO. ¿Qué eslabón perdido hace eso?
- Cuando les piden el datáfono para pagar DOS CAFÉS y un pincho de tortilla. El datáfono no deja propina de forma automática, por cierto.
- Lo que desearían hacer al cliente que ha pedido todo "sin gluten, por fa, que me sienta mal" y pide de postre lo que tenga más levadura "porque no soy celíaco ni nada, pero el gluten es malo".
- Lo que piensan las camareras de los babosos que van piropeando sin conocerlas de nada, los que las rozan cuando sortean mesas con las comandas y los que no entienden un "perdona, estoy trabajando". Quieren decir esto. Y pasa igual con los camareros
- Cuando un cliente quiere hacerse oír sobre los demás. No es necesario esto. De verdad.
- Cuando alguien pide un café con leche templada. Se lo sirven. Demasiado caliente aún: más leche fría. Mejor piden un vaso con hielo. Se lo ponen. Se ha quedado demasiado frío el café... NORMAL, señora. Es el efecto del hielo, no culpa del camarero.
- El bar hasta la bandera: equilibrismo sorteando mesas con la bandeja en alto entre un campo de minas... digo... entre un grupo de niños que saltan, corren, se arrastran y tiran todo al suelo. Menos al camarero.
- Cuando una mesa pide diez comandas distintas y van llegando. Cinco minutos de pie, plato en mano, preguntando siete veces: "¿El solomillo de cerdo ibérico con puré de guisantes y toque de pimienta poco picante, para quién era?" ¿Hola? ¿Alguien?
- Cuando la misma mesa de antes termina y cada uno empieza a preguntar "¿Lo mío, cuánto es?" ¿En serio? El camarero no es una calculadora humana, ni tiene por qué saber de memoria cuántas cervezas ha pedido cada uno...
- Gente que se gasta nueve euros en un menú del día y pregunta: "Bueno, ¿el chupito de parte de la casa, qué?" Vamos a analizar esto despacito. Mejor no. Vamos a mostrar la cara del que escucha eso.
- Cuando una mesa pide con cuentagotas: una coca-cola por aquí. Se la llevan. "Y a mí una cerveza". Vuelven con ella. "A mí un agua sin gas". Señores: si se han sentado juntos, hablen entre ustedes, decidan lo que quieren y por favor... por favor... PIDAN DE UNA SOLA VEZ.
Imagen | Alexas en Pixabay
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