¿Qué es lo que siempre nos han recomendado? El consejo que siempre se ha dado para hacer frente a este problema es añadir sal al agua de cocción del huevo. ¿Realmente funciona o es simple tradición?
Hace unos días vimos como influía el añadir sal al agua de cocción y qué era el fenómeno de ósmosis. Por si alguien no tuvo ocasión de leerlo, os lo recuerdo. El fenómeno de ósmosis se produce cuando se ponen en contacto dos líquidos con concentraciones de sal diferentes, y entonces el agua pasa de la más diluida a la más concentrada hasta igualarlas.
Se podría pensar que en el huevo pasa lo mismo, es decir, que el agua entra al huevo para reducir la concentración de sales y claro, cuando la cáscara ya no soporta más presión se empieza resquebrajar. Pero no es así… Lo puedes comprobar tú mismo. El día que tengas que cocer muchos huevos, hazlo en las dos condiciones diferentes, unos con sal y otros sin. La sorpresa es que se te romperán los mismos en ambas condiciones.
Resulta que el huevo tiene una bolsa de aire y al calentarse, cuando lo cocemos, ese aire se empieza a expandir y por lo tanto a producir presión en la cáscara y así la resquebraja. ¿Qué solución propongo? Se puede utilizar una aguja para pinchar el huevo en su cámara de aire (el lado más ancho del huevo) y con esto se consigue que el gas salga cuando empieza a expandirse, se verán como suben burbujitas desde la cáscara. Aquí la manera perfecta de servir un huevo duro sin raja alguna.
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