El transporte de envases de comida de una casa a otra debería ser estudiado, es todo un flujo que se realiza semana a semana y que suele tener como protagonista a progenitores hábiles en la cocina y jovenzuelos hambrientos que añoran los guisos de casa. Imagino que este trasvase se realiza reciclando bolsas de plástico y con mucho cuidado, para que las albóndigas no pierdan ni un gramo de su preciada salsa.
Esta bolsa de transporte que vemos hoy, seguro que hace las delicias de los más glamourosos y delicados, pues está realizada en un tejido de lo más primoroso. Lo interesante es su diseño, que no permite que el envase se mueva, sujetando el contenedor de comida mediante unos pliegues y una pieza central con velcro, rematando el invento con unas asas de madera acopladas en la parte superior que aseguran el equilibrio.
No sé qué os parecerá a vosotros, pero lo veo muy Caperucita Roja, es más, me parece ver al lobo rondar junto a esta bolsa bramando: ¿Dónde vas Caperucita?
Vía | Compradicción
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