Mantener el suelo de nuestra cocina higienizado no solo es una cuestión estética, sino también de salud. Los suelos, especialmente en áreas como la cocina, están expuestos a residuos de alimentos, bacterias y otras partículas que pueden representar un riesgo si no se mantienen limpios y desinfectados, sobre todo cuando hay bebés en casa, pero no solo.
La apariencia de limpieza no siempre es suficiente: lo más importante es que el suelo esté verdaderamente libre de gérmenes. La clave para lograr esto no solo radica en fregar con frecuencia, sino en cómo utilizamos y mantenemos nuestras herramientas de limpieza, como la fregona.
Y es en este punto en el que cometemos un error frecuente al no desinfectar correctamente la fregona antes de cada uso, lo que puede dispersar más bacterias en lugar de eliminarlas.
Uno de los primeros pasos para mantener el suelo limpio es asegurarse de que la fregona esté completamente higienizada antes de empezar a fregar.
Si la fregona se ha usado recientemente, puede ser necesario remojarla en una mezcla de agua tibia y vinagre, o en una solución limpiadora específica. Este proceso no solo elimina los restos de suciedad, sino que ayuda a desinfectar las fibras del cabezal de la fregona.
El vinagre es un potente desinfectante natural, lo que lo convierte en un producto útil y accesible para esta tarea. Tras remojar la fregona, es importante enjuagarla bien para eliminar los residuos antes de comenzar a fregar el suelo.
Paso a paso
La limpieza profunda de esta herramienta de limpieza es esencial. Para ello, se recomienda preparar una mezcla de agua caliente y vinagre, en una proporción de dos tazas de vinagre por cada cubo de agua.
Este paso desinfecta eficazmente la fregona y ayuda a eliminar las bacterias acumuladas en las fibras. Para ello, hay que dejar la fregona en remojo durante al menos 30 minutos para asegurarde de que el vinagre actúe sobre todas las superficies del cabezal.
Este paso asegura que no solo se está quitando la suciedad visible del suelo, sino que también se están erradicando los gérmenes que se han acumulado en el utensilio.
Después de este remojo, se recomienda repasar la fregona con un cepillo para desprender cualquier suciedad resistente que aún quede. Aunque tras el remojo la parte del trabajo ya estará hecho, el cepillado permitirá eliminar cualquier residuo restante que esté pegado.
Propagación de bacterias
Finalmente, es crucial que la fregona se seque completamente antes de guardarla. Un error común es almacenar la fregona aún húmeda, lo que favorece la aparición de moho y hongos, acortando la vida útil del material y propagando bacterias en su próximo uso.
Colgarla en un lugar ventilado permitirá que el cabezal se seque por completo, asegurando que esté lista para el siguiente uso sin riesgo de contaminación. Una buena idea es realizar esta limpieza usto después de su uso y dejarla limpia para la siguiente ocasión.
En caso de no poder llevar a cabo este proceso, resulta interesante cambiar muy a menudo la fregona para asegurar el mantenimiento de una higiene infalible en el hogar.
Foto | SHVETS production
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