Estos frutos secos de origen brasileño son, con razón, los favoritos de muchos aficionados a picar entre horas. Ya sea en crudo, frito, tostado o triturado dentro de una crema, el anacardo es realmente adictivo. Pero, a pesar de que es una fuente abundante de magnesio, conviene no pasarse con la cantidad diaria recomendada (alrededor de 15 unidades).
Si quieres conocer todos los secretos de este simpático alimento con forma de riñón, pariente cercano del pistacho y del mango, y aprender a integrarlo en tus elaboraciones, sigue leyendo. Te lo dice un fan absoluto del anacardo en cualquiera de sus variantes.
¿Un pseudofruto? ¿Qué es eso?
Si nos ponemos en modo técnico, tenemos que hablar de un fruto compuesto. Por un lado tenemos lo que es el fruto verdadero, con forma de riñón, que podemos encontrar en cualquier tienda o supermercado. Pero lo que muchos no saben es que el Anacardium occidentale tiene justo encima un pseudofruto llamado manzana de anacardo, que no es otra cosa que el engrosamiento del tallo del fruto.
Dicho de otra forma, lo que llamamos anacardo en realidad es la semilla del árbol. El germen se encuentra en el interior de esa nuez y luego está la cáscara exterior, con la que debes tener especial cuidado porque contiene urushiol, un compuesto altamente venenoso. De ahí que hay quien diga que no se deben comer crudos, aunque realmente crudos solo pueden tomarlos quien está trabajando en las plantaciones (ni siquiera lo que se vende como crudo lo está).
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Su descubrimiento se lo debemos, una vez más, a los colonizadores portugueses que aprovecharon su estancia en Brasil para, seducidos por sus propiedades nutricionales, exportarlo a la India y, posteriormente, a algunos países del continente africano. Y lo del nombre tampoco tiene desperdicio. Fue un monje y naturalista francés llamado André Theve quien, al pensar que tenía forma de corazón invertido, decidió bautizarlo así (“ana” significa “hacia arriba” y “cardium”, “corazón”).
¿Que tienen propiedades? ¿Dónde hay que firmar?
Nos complace comunicarte que ese fruto seco que tanto te gusta, además, es beneficioso para la salud (la OMS recomienda su consumo). Su magnífica composición aporta una serie de valores nutricionales a tener muy en cuenta.
Para empezar, tanto los ácidos grasos monoinsaturados como los poliinsaturados, presentes en los anacardos, ayudan a la disminución de los niveles de colesterol LDL (el malo) y triglicéridos, lo que nos lleva a pensar que las personas que los consumen están más exentas de sufrir enfermedades cardiovasculares como ataques cardíacos o infartos cerebrales.
Por otra parte, a pesar de su alto contenido en grasa, pueden ser un perfecto aliado de nuestra dieta en caso de que busquemos perder algo de peso, ya que tienen un alto contenido en fibra, grasas saludables y proteínas que incrementan la sensación de saciedad y esto hace que no sintamos la tentación de consumir otros alimentos ultraprocesados y más calóricos. Así que eso de que los frutos secos engordan hay que cogerlo con pinzas, lo que sí es verdad es que conviene no abusar de ellos (25 gramos diarios es una buena medida).
Pero volvamos a las propiedades de este alimento rico en minerales como el magnesio y el cobre (básico en lo relativo a la regeneración de tejidos y el correcto funcionamiento del sistema inmune). También, y ya por último, es rico en triptófano, que es uno de los aminoácidos esenciales precursor de los neurotransmisores serotonina y melatonina y de la vitamina B3 o niacina (responsables de mejorar nuestro estado de ánimo y garantizarnos un mejor descanso).
Cómo usar el anacardo en tus recetas
Llegamos a tu parte favorita para descubrirte qué se puede hacer con un anacardo en la cocina, más allá de añadirlo para darle un toque crunchy a tus ensaladas o de comértelo a puñados como si fueran pipas. Las posibilidades son muchas, ya que se puede usar tanto en crudo como frito, tostado o triturado dentro de una crema.
Por ejemplo, una receta viajera muy recomendable es la del Curry de anarcados al estilo de Sri Lanka, que te permitirá desplazarte muy lejos sin levantarte del sofá. También en esta línea, podrías animarte con los Dip de anacardos y chile chipotle.
Los amantes del dulce también están de enhorabuena si encuentran anacardos en casa, ya que con ellos puedes hacer una Mantequilla de anacardos que puedes usar en multitud de recetas de pasteles y tartas. O esta Tarta de coco y anacardos que te sorprenderá por su originalidad.
Si buscas, en cambio, una receta healthy a más no poder, te proponemos una guarnición a modo de Brócoli con salsa de mango y anacardos. Y antes de despedirnos, para que no te quejes, te obsequiamos con una receta muy sencilla que te ayudará a perderle el miedo a cocinar con anacardos. Eso sí, una vez la tengas lista (te llevará como mucho media hora), acuérdate de lo de la cantidad diaria recomendada porque luego ya no hay marcha atrás.
Precalentar el horno a 125º C con ventilador y preparar una bandeja o fuente adecuada, cubriéndola con papel sulfurizado antiadherente. Disponer los anacardos crudos en un cuenco o plato hondo.
Aparte, batir con un tenedor o unas varillas pequeñas la salsa picante, la miel, el aceite de oliva y el pimentón. Si estuviera muy espeso, agregar un chorrito ligero de agua o más aceite.
Verter sobre los anacardos, añadir una pizca de sal y remover bien. Echar sobre la bandeja, procurando agregar todos los restos del aliño con una espátula, y extender en una sola capa.
Hornear durante unos 25 minutos, removiendo a mitad del tiempo para asegurar una cocción más uniforme. Deben quedar oscuros y dorados, tostados y brillantes, pero no churruscados. Dejar enfriar antes de retirar de la bandeja y servir con un poco de sal por encima.
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