En los últimos meses no dejamos de oír hablar de la sal de Añana, sobre todo de boca de algunos de los más grandes cocineros del país. Las salinas del valle de Añana producen sal desde hace 1200 años, y en 1851 fue presentada en la Exposición Universal de Londres, siendo premiada con una mención honorífica y una medalla de bronce.
La sal producida en el alavés valle de Añana es de gran pureza debido a su proceso de obtención artesanal y el origen de la materia prima: un agua dulce que atraviesa filones de sal sólida, el viento y el sol que provocan que las flores de sal aumenten de tamaño, caigan al fondo y queden listas para ser recolectadas por los salineros.
Este tipo de sal, además de producirse en un paisaje cultural con más de 1200 años de historia documentada, tiene una elevada capacidad para realzar el sabor de los alimentos hace que tengamos que utilizar menor cantidad para obtener el toque deseado. Entre sus propiedades destacan la riqueza en oligoelementos y el equilibrio natural de minerales, siendo por ello beneficiosa para la salud.
Pedro Subijana, patrocinador de una de las eras, es un buen embajador de este blanco condimento, y como tal fue el invitado de honor en el acto de celebración del comienzo de la recogida de este año, resaltando en su discurso la importancia de la sal en la cocina, y el difícil equilibrio salado que hace que un plato tenga o no éxito. Durante el acto, Subijana llenó el primer cesto de sal de la temporada, inaugurando los próximos cuatro meses de recolección.
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