La semana pasada participamos en la Ballantine's Blue Experience, una jornada dedicada al arte de mezclar, invitados por la firma de whisky escocés Ballantine's. La cita fue en Londres, repartida en dos jornadas en las que además de degustar distintas combinaciones realizadas con whisky, pudimos visitar algunos de los mejores locales de la ciudad y disfrutar de una instructiva jornada de talleres alrededor del blending, el arte de mezclar.
Tengo que confesar que a la hora de embarcar rumbo a la capital londinense, poco sabía sobre el blending, además de desconocer totalmente los procesos que conlleva la obtención de un buen whisky. A esas horas pensaba que tan solo se trataba de destilar y embotellar; que atrevida es la ignorancia.
Una vez allí, y distribuidos en varios grupos, la jornada principal arrancó con una cata de whisky a cargo de Ken Lindsay, embajador internacional de la marca y experto catador de whisky escocés. Nos introdujo en ella dibujando brevemente la historia de Ballantine's, fundada hace 200 años en Edimburgo por un joven George Ballantine's, donde se estableció con una tienda que fue desarrollándose en un negocio cada vez más próspero, alrededor del cual fue experimentando con las mezclas (blending) de whiskys de grano y malta, para obtener un producto único.
La casa ha tenido tan solo cinco maestros mezcladores en toda su historia, una figura en la que profundizaremos más adelante, siendo Sandy Hyslop, el quinto Master Blender en la historia de la marca, quien desarrolla este trabajo en la actualidad, creando y cuidando las recetas de cada botella que sale al mercado.
Antes de proceder a la cata, es necesario mezclar el whisky con un 50% de agua, para romper de esta manera el nivel de alcohol y liberar aromas, que gracias a esta reducción adquieren matices sutiles. La cata se realiza a través de la vista, distinguiendo su color, el olfato, captando los aromas, y el paladar, apreciando la textura y el cuerpo del caldo. Al oler hay que mantener la boca ligeramente abierta, para que los aromas circulen y puedan apreciarse mejor. Una vez hecha la mezcla con el agua, agitamos y comenzamos a oler.
Catamos tres whiskys distintos. En primer lugar, Ballantine's Finest resulta suave, dulce y cremoso en boca. Dulce en paladar con matices de manzana, y aromas espaciados. El sabor permanece hasta desaparecer con elegancia dejando un ligero matiz salado. La dulzura que apreciamos se debe a las barricas de bourbon en las que se añeja.
En segundo lugar probamos Ballantine's Blue. De color más oscuro que el anterior, resulta menos fuerte en alcohol y tiene más fuerza en su aroma a whisky. Su sabor es ahumado, llenando la boca con su gusto. Notas de vainilla, roble y miel, con un carácter de whisky más profundo y textura muy cremosa.
Por último, Ballantine's 17 Years Old, mantiene un matiz familiar común a los demás caldos de la casa, con un olor fuerte a madera, frutas, y vainilla, un color ámbar dorado, y gran cuerpo en boca.
Ken Lindsay nos fue instruyendo en algunas curiosidades relativas a la producción del whisky, de las cuales os dejo con dos: ¿sabíais que un 2% de la producción anual se pierde por la evaporación al destilar? ¿Y que las barricas tienen una vida útil de cuarenta años, y que se pueden reparar quemándolas de nuevo para ser utilizadas en varios ciclos?
El Master Blender o Maestro Mezclador
Hace unos cuantos párrafos os he hablado del Master Blender , una figura muy importante en la industria de whisky. Para explicar la labor del Maestro Mezclador, nos centraremos en la figura de Sandy Hyslop, el quinto Master Blender en la historia de Ballantine's. Sandy nos ha acompañado en estas jornadas, regalándonos, por decirlo de alguna manera, con una sesión de mezcla muy instructiva.
Hyslop lleva veintiocho años trabajando en la industria del whisky, su principal cometido consiste en garantizar que toda la gama tenga el mismo nivel de calidad cada año, y que las mezclas se realicen de manera adecuada. Para ello, cada semana prueba todos los nuevos destilados, operación que se realiza de una forma tradicional, mediante un test ciego en el transcurso del cual se registran las notas de cada whisky. Esta área ocupa un 90% de su trabajo, siendo también el encargado de crear las recetas (mezclas) para nuevos whiskys.
Para ser Master Blender hace falta recibir formación en cada área de la industria del whisky, y contar con unos requisitos determinados, como una buena memoria olfativa, y un buen sentido del olfato. Cada cierto tiempo se hace un examen entre el equipo de mezcladores, para comprobar si conservan el sentido del olfato necesario para desarrollar su trabajo. En este examen se huelen diez muestras diferentes, debiendo definir si la calidad de cada una es aceptable. Se acepta un margen de error de un 90%, y si no se supera el examen, se les ubica en otra área de la empresa.
Aún quedan cosas interesantes que contar sobre todo lo aprendido en estas jornadas, nos esperan los aromas, chocolates, y una clase magistral sobre blending, que iremos desgranando en un próximo post.
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