Puede sonar a chiste, pero es frecuente que los científicos e investigadores se planteen hipótesis o escenarios absurdos o improbables. Valga como ejemplo la pregunta que se hicieron un grupo de investigadores holandeses de la Agencia de Evaluación Ambiental de los Países Bajos: ¿Qué pasaría si todos nos hiciéramos vegetarianos?
Resulta que si todos nos hiciéramos vegetarianos o veganos de golpe (el efecto es similar) se reducirían las emisiones de dióxido de carbono relacionadas con la agricultura en un 17%, las emisiones de metano en un 24% y las emisiones de óxido de nitrógeno en un 21%. Sin embargo, no todas las consecuencias serían positivas.
Así sería el mundo si no comiéramos carne
Y es que aunque esta reducción de los gases invernadero, consecuencia de un veganismo global, tendría un coste mucho menor que el necesario para conseguir los mismos objetivos a través de energías renovables o restricciones a la industria, existirían otro tipo de contrapartidas.
Hay que tener en cuenta que la industria cárnica representa en torno a un 1.4% del producto interior bruto del mundo, de la que depende el trabajo de 1.300 millones de personas, de las cuales casi mil millones se encuentran en situación de pobreza.
Es decir, que un veganismo (o vegetarianismo) global supondría un impacto drástico en la economía, especialmente si fuera un cambio abrupto y, de repente, a todos se nos encendiera la bombilla y llegáramos a la conclusión de que para salvar al planeta debemos renunciar a la carne.
Las ventajas de un veganismo global
También hay otros aspectos positivos a considerar, por ejemplo, una reducción en la resistencia a los antibióticos, un problema muy serio en el que la ganadería intensiva juega un papel crucial.
Tampoco hay que obviar el hecho de que la ganadería utiliza actualmente el 26% de toda superficie libre de hielo de la Tierra, por lo que según los mencionados científicos holandeses, 2.700 hectáreas de terreno quedarían libres para aumentar la producción de vegetales o para que los bosques recuperaran terreno, reduciendo la huella de carbono más todavía.
Queda claro que el vegetarianismo es algo que, aunque afectaría a la economía si se produjera repentinamente, es positivo a largo plazo: menos emisiones de gases invernadero, más tierra disponible y antibióticos más efectivos.
Lógicamente, es poco probable que lo aquí planteado llegue a suceder, es una hipótesis utópica (o distópica, si te encanta la carne), pero cuyo análisis nos permite llegar a una conclusión interesante (no están tan locos estos científicos): si queremos un planeta sostenible, debemos reducir el consumo de carne. Actualmente la industria cárnica supone el 14,5% de todos los gases invernadero provocados por el hombre, y a medida que la población mundial crezca y se enriquezca, su consumo se puede disparar.
Desde luego, no es algo que interese hacer de golpe, pues el remedio puede ser peor que la enfermedad, pero si paulatinamente reducimos su consumo, por ejemplo extendiendo el Lunes sin Carne, especialmente de los rumiantes (cordero, cabra, ternera...) que son los que más metano producen, estaremos dando un paso adelante.
Vía | Business Insider
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