Hace más de 30 años, en 1963, un sándwich de ternera puso en peligro la misión espacial Gemini 3. Por aquel entonces, la comida espacia era bastante triste, y todo eran tubos de pasta y pastillas deshidratadas. ¡Ñam!
El caso es que el piloto de aquella misión, John Young, tuvo la genial idea de esconder un sándwich en un compartimento de su traje y, cuando ya habían salido al espacio, decidió sacarlo para probar cómo cambiaba su sabor.
Su compañero de misión, Gus Grissom, se quedó perplejo, y más todavía cuando, al morderlo, empezaron a salir migas volando. Preocupado por que estas migas pudiera obstruir la instrumentación, Gus tomó la sabia decisión de guardarlo en su bolsillo, mientras en el centro de mando asistían atónitos a la surrealista conversación entre ambos.
Y es que, aunque la comida en el espacio ha mejorado mucho, y ahora hay mucha más variedad, la gravedad cero sigue siendo un problema para ciertas cosas. Chris Hadfield, el famoso astronauta canadiense, nos cuenta que no todavía no tienen pan precisamente por la cuestión de las migas, y que en su lugar tienen tortitas, como para hacer burritos y fajitas, porque se conservan mejor y no hacen migas.
Lo más curioso es que, aunque a su vuelta el piloto John Young se llevó una buena reprimenda por haber puesto en peligro la misión, y fue todo un escándalo que apareció en los periódicos, eso no impidió que siguiera formando parte del programa espacial y participara en más misiones, aunque esta vez dejándose el sándwich en casa.
En Directo al Paladar | Los retos y las técnicas de la comida espacial