El viña Meín es un buen ribeiro, y, aún consciente de la simpleza de la afirmación, no me queda muy lejos de la memoria aquellos ribeiros consumidos a granel en tazones opacos blancos donde apenas se pudieran determinar sus imperfecciones.
El camino del Ribeiro en busca de la calidad ha sido largo y tortuoso, el paso más importante, la concienciación de que a medio-largo plazo sería mucho más positivo sustituir las variedades de elevada producción y escasa calidad por otras, autóctonas que se habían ido perdiendo en la búsqueda de una mayor cantidad de producción en detrimento de una superior calidad. Salvado no sin dificultad este primer escollo, el resto se antojaba más fácil, máxime aún teniendo el espejo de Rias Baixas de cómo deben hacerse las cosas.
Si hay algo de lo que son conscientes los que entienden de vinos es que la sabiduría popular es enorme, si de siempre se han utilizado un tipo de cepas concretas en una zona determinada, ten por seguro que no ha sido por mero capricho, si no por condicionantes determinados que avalan la idoneidad de la utilización de dicho tipo de cepa y no de otro diferente. Por eso, el pulso actual está en buscar el equilibrio en lo que se hizo toda la vida, con el empleo de modernas técnicas de vinificación. El resultado, la calidad del vino ha aumentado de manera muy considerable en todo el territorio español, Y Ribeiro es uno de los ejemplos más esclarecedores de este hecho.
Viña Meín, además del nombre del vino a comentar, es también el de la bodega. Una bodega creada con un marcado corte familiar, pero no por ello exenta de aspiraciones. Creada en el 1989, la finca fue completamente replantada por variedades autóctonas gallegas: treixadura, loureiro, torrontés, godello y albariño principalmente,
Con esta materia prima, los vinos de Viña Meín destilan carácter y tipicidad gallega por los cuatro costados, y lo bien que le sientan. Galicia, con respeto hacia Rueda, Rioja, Cataluña... lidera (al menos bajo mi opinión) la elaboración de vinos blancos españoles, rodando por un camino, que, al igual que ocurre con el Camino de Santiago, parece conocer y explotar muy bien.
A la vista se presenta con un insinuante amarillo pajizo brillante, con hipnóticos reflejos dorados
En nariz se muestra expresivo, dominado inicialmente por sugerentes aromas de fruta blanca, albaricoque, melocotón, y frutas tropicales, melón y algo de piña. Tras esta primera impresión surgen nítidas notas florales y un fresco fondo herbáceo.
En boca tiene muy buena entrada, fresca, con una acidez remarcable y muy buena estructura. Por retronasal vuelven a coincidir los aromas de fruta blanca apuntalados por un evocador postgusto balsámico.
Viña Meín 2008
Bodega: Viña Meín Zona: Ribeiro Uva: Treixadura, Loureiro, Torrontés, Godello y Albariño principalmente Precio: 7 Euros Puntuación: 8En Directo al Paladar l Zárate Tras da viña En Directo al Paladar l Enrique Mendoza Chardonnay