No, no se equivocan, no es el blog de “trendencias”, siguen en Directo al Paladar, donde, también nos encontramos influenciados muy a menudo por la moda, aunque en este caso, ésta no tiene nada que ver con la (alta) costura ni la pasarela. Es por eso que podemos afirmar con rotundidad que el rosa no está de moda.
Fue a mediados de primavera cuando la Comisión Europea anunció la inclusión bajo el nombre de “rosado” un tipo de vino conseguido de mezclar vino tinto con vino blanco. La decisión rápidamente hizo saltar las alarmas en los productores de rosado clásico que veían con angustia como a un producto de peor calidad se le iba a permitir utilizar el mismo nombre genérico que el suyo.
El vino que se intentaba introducir bajo la nomenclatura“rosado” no es un vino que se caracterice por su calidad, no es elaborado bajo las modernas técnicas de vinificación en rosado, ni tan siquiera con las tradicionales mezclas de uvas tintas y blancas, si no que nace de la dudosa mezcla de vinos blancos y tintos, en un intento de dar salida comercial a un producto que se halla fuera del amparo de cualquier organismo oficial.
Afortunadamente, La Comisión Europea renunció a adoptar tal medida tras constatar las voces en contra que desde los productores clásicos (franceses, italianos y españoles fundamentalmente) se levantaron.
Amparaba la toma de esta decisión la Comisaría de Agricultura de la Comunidad Europea a fin de fortalecer la competencia del vino rosado frente a otros vinos extracomunitarios donde sí es legal esta práctica. No obstante no son de la misma opinión los productores europeos cuya idea para evitar la competencia pasa por la diferenciación de ambos productos con la calidad y la promoción.
La primera intención de la Comunidad Europea no hace más que radiografiar un segmento vitivinícola débil y expuesto en el que parece que todo vale. Es en esa caja de Pandora donde la Comunidad Europea pretendía guardar y dar salida a los excedentes de vino de granel blancos y tintos, con una falta de respeto total hacia los productores de rosado tradicionales.
Es el rosado un vino que aún no tiene su sitio y lo busca con esfuerzo y trabajo, y son, este tipo de decisiones oficiales (aunque se halla dado marcha atrás, parte del daño está hecho) las que lastran la evolución comercial de un producto a caballo entre la opulencia de los vinos tintos y la ligereza de los blancos.
La elaboración y consumo de rosado ocupa casi el 10% de la producción vinícola mundial, mientras que el 75% de la producción de dicho vino se desarrolla en Europa.
Atrás quedaron aquellos vinos claretes elaborados mezclando uva blanca y uva tinta y que vinificaban como si de un tinto se tratara (eso es en contacto con los hollejos), como la uva blanca no tiene extracto colorante, se conseguía un “tinto bajo de color”.
También comienzan a quedar trasnochadas aquellas acciones en las que las cepas más antiguas se guardaban para la elaboración de tintos y las utilizadas para rosados eran las muy jóvenes, que no eran consideradas apropiadas para la vinificación en tinto.
Parece además que comienzan a quedar aparcadas las intenciones de muchos bodegueros de travestir el producto en una auténtica golosina, una chuche de quiosco, intentando acercarse a un público ávido consumidor de peñascales, lambruscos y tintos de verano. Incluso comienza a verse un mejor cuidado del vino rosado en los restaurantes, protagonistas importantes de la desubicación del mencionado vino en el mercado, en donde era bastante habitual encontrar botellas de rosáceo contenido con tres y cuatro años de antiguedad.
Hoy en día los rosados son el producto de modernas técnicas de vinificación y del esfuerzo del enólogo, son el fruto de variedades tintas nobles monovarietales que maceran hasta conseguir el equilibrio justo entre extracción de color, cuerpo y sutileza aromática. Una vez que el enólogo considera alcanzado este equilibrio, se sangra la tina de fermentación separando los hollejos (en los que se encuentran la materia colorante) del líquido , el cual continúa fermentando como si de un vino blanco se tratara.
El vino rosado (el buen vino rosado) es un vino difícil de conseguir que requiere durante la fermentación una dedicación y delicadeza superior a la de blancos y tintos.
Rosado. Pasado y presente
Uno de los tópicos más típicos es que el vino rosado es ideal para consumir en verano, acompañando las ligeras comidas características de ésta época y, al igual que el cava en navidades, las ventas de vino rosado repuntan en la época estival.Al margen de tópicos, la realidad es que el vino rosado es un comodín perfecto para maridar con una comida completa, no desentonando en muchas ocasiones ni con primeros ni con segundos platos, triunfa acompañando de manera idílica a platos donde tanto blancos como tintos desentonarían de manera flagrante.
Y no sólo en la mesa tiene su sitio, su ligereza y sutileza le posiciona apropiadamente para su consumo como vino de chateo, para tomar en la barra antes de las comidas, y es que, incluso su color rosáceo estimula la aparición de los jugos gástricos que ayudarán a la posterior digestión.
El recorrido actual del vino rosado tiene muy buena pinta, engordando año tras año sus cifras dentro del panorama vitivinícola. Con todo ello, al rosado le queda un largo trecho que recorrer. En ese camino, debe basar su paso en la calidad para, de manera paulatina, ir introduciéndose eficazmente en los canales comerciales. Ejemplos de como hacerlo tiene muchos (cava, albariño, etc) y francamente, decisiones como la que quería tomar la Comisión Europea ayudan bien poco a la promoción del vino rosado de calidad.
Quién sabe, quizás con el tiempo el rosa pueda ponerse de moda
Foto l Andyket
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