Intentar escribir un post sobre cuándo consumir un vino es un ejercicio pletórico de subjetividad y soberbia y por cada valoración que se pretenda extraer saldrán innumerables ejemplos que demuestren todo lo contrario. Aún siendo conscientes de ello, hay una serie de premisas que debemos de tener en cuenta para establecer los parámetros de la vida del vino.
El tipo de uva, las características varietales que posea, las condiciones del suelo sobre el que descansa, la climatología del año de vendimiado, la intensidad de la maceración con los hollejos, el tipo de vinificación empleada y sobre todo, el tiempo de guarda en barrica de madera, son algunos de los parámetros que condicionarán la vida del vino. Vayamos por colores.
Vino blanco
Parece correcto suponer que lo más apropiado para un vino blanco joven es su consumo inmediato, eso es, al año siguiente de su vendimiado. No obstante debemos de tener en cuenta que, en óptimas condiciones de conservación, un segundo año puede no ser letal para el vino, incluso existen vinos blancos jóvenes que precisan de varios meses en la botella antes de desplegar toda el abanico de posibilidades que maneja.
Los vinos blancos fermentados en contacto con sus lías, bien en barrica de madera o en depósitos de acero inoxidable, durante varios meses, comienzan a mostrar su mejor cara a partir del segundo año de vendimiado, perdurando en el tiempo durante varios años después.
Los vinos blancos envejecidos en barrica de madera son un ejercicio de expresividad y de durabilidad. La vida de la que hacen gala suele ser bastante larga y va condicionada por el tiempo que haya permanecido en barrica. Como ejemplo claro de longevidad están los reservas blancos riojanos con una capacidad de supervivencia en óptimas condiciones superior a los diez años.
Vino rosado
Para los rosados de nuevo cuño, esos que buscan como principales señas de identidad un llamativo color rosa fresa y unos aromas que recuerdan a la misma fruta y a chuches de quiosco, no parece nada extraño suponer que la juventud es su principal aliado. Más allá de un año, esa gama cromática de la que hacen gala comienza a degradarse y a perder una de sus principales virtudes.
Hay otro tipo de rosados, no tan centrados en la correcta extracción colorante si no en las cualidades organolépticas que el caldo presente una vez finalizado el proceso de vinificación. Son rosados con más cuerpo, con más volumen, con más presencia varietal y que, en líneas generales, aguantan en perfecto estado un segundo año después de la vendimia (Así a bote pronto me vienen dos marcas a la cabeza, el Gran Caus del Penedés y Los aguilares malagueño).
Vino tinto
Los vinos de maceración carbónica, con ese alarde de frescor e insistencia frutal, tienen una vida condicionada al año inmediatamante posterior al de vendimia. Es el precio a pagar por vivir la vida demasiado deprisa.
El vino tinto joven, por la mayor presencia de extracto seco que comporta, aguanta en óptimas condiciones al menos dos años después de su vendimiado. El paso por barrica de madera no hace más que aumentar este tiempo de envejecimiento. También es verdad que, por las condiciones climáticas que soportan, hay zonas que otorgan a sus vinos una mayor capacidad de supervivencia.
Los vinos de guarda clásicos están preparados para soportar con vitalidad un tiempo que habitualmente suele superar con holgura el mismo que hayan estado en la bodega (en barrica y botella). La importancia que se le daba al paso por madera en la línea clásica no hace extraño encontrar vinos en perfectas condiciones del siglo pasado, algo que no ocurre con la linea más moderna de producción.
Los vinos de corte moderno es otro cantar, salen al mercado nada más embotellarse y por eso tienen un periodo de bisoñez en el que no es aconsejable su consumo. Una vez que maduren tras un pertinente descanso en botella, suelen tener una vida menos larga que sus homónimos clásicos, ya que los pasos por madera suelen ser más cortos que los anteriores.
Lo comentado, muchas son las variables que condicionan el momento óptimo de consumo de un vino, uva, zona, vinificación, guarda y almacenaje principalmente, ya que, las condiciones en las que se haya almacenado ese vino desde que sale de bodega hasta que la abrimos, también tienen especial relevancia en la calidad final que presente el producto.
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