¿A quien no le ha pasado? Ya sea porque hayas añadido sal dos veces o la pizca haya resultado muy grande, el resultado es el mismo. La sopa, guiso, carne estofada, guarnición o salsa de tomate ahora es demasiado salada.
La sal en exceso es la peor pesadilla de un cocinero (y de los comensales), pero afortunadamente es posible recuperar ese error con cualquiera de estos trucos.
Un plato puede quedar demasiado salado por una medición incorrecta. Es decir, al agregar sal, es fácil excederse, especialmente si no se mide con precisión. Esto puede ocurrir al usar sal de mesa, que tiene un tamaño de grano diferente al de la sal kosher o la sal marina por ejemplo.
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Al utilizar caldos enlatados, salsas o condimentos que ya contienen sal, como puede ser la salsa de soja o salsa Worcestershire, esto puede aumentar el nivel de salinidad del plato en general. Algunos platos, como guisos o sopas de larga cocción, pueden concentrar los sabores a medida que se cocinan durante mucho tiempo. Si se agrega sal al principio y el líquido se reduce, la concentración de sal aumenta.
Mismo, hay algunos ingredientes, como aceitunas, quesos curados o embutidos que son naturalmente salados. Si se agrega en grandes cantidades sin tener en cuenta su contenido de sal, resultará en un plato desequilibrado. Sucede también que al probar un plato antes de servirlo, se puede subestimar el impacto del sabor de la sal hasta que se sirve. Mismo, hay que tener en cuenta la química de los sabores. En algunos casos, si hay poco ácido o dulce, hace que el sabor salado sea más dominante.
Ahora bien, cualquier plato con un exceso de sal se puede remediar con estos trucos. Es posible añadir más ingredientes considerados neutros a la base del plato, como arroz, pasta o verduras como el calabacín, espinacas e incluso trozos de boniato. Estos ayudarán a diluir la salinidad a medida que se cocinen a fuego lento y liberen su líquido. Esto ayudará a diluir el exceso de sal.
Mismo, una cucharada o dos de azúcar o miel puede equilibrar el sabor salado. Lo mejor es añadir con moderación y ajustar al gusto. Esto funciona de maravilla en la cocina asiática o en cualquier plato a base de tomate.
Otro recurso es utilizar lácteos. Si la receta lo permite, añadir crema, yogur o leche puede suavizar la salinidad. Similar con los elementos ácidos. Unas cucharadas de zumo de limón o vinagre puede ayudar a contrarrestar el exceso.
Incluso, si es posible, agregar trozos de patata cruda al plato y cocinarlas por un tiempo es efectivo. Importante, retirarlas antes de servir.
Si se trata de una sopa o guiso, se pueden triturar los ingredientes en un puré para distribuir el sabor y suavizar la salinidad. O bien agregar un poco de caldo de pollo ligero y sin grasa o agua puede ayudar a reducir la concentración de sal. Una estrategia infalible es acompañar el plato con alimentos sin sal y con almidón, como arroz blanco, quinoa, pasta, cuscús o rodajas de pan blanco para absorber y equilibrar la sal en cada bocado.
Imagen | Foto 1: 8photo, Foto 2: freepik
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