Refrescante, sabroso y con un sinfín de propiedades, el gazpacho es, por merito propio, parte indispensable de la dieta mediterránea. Aunque durante muchos años el gazpacho estuvo relegado a las mesas más humildes, el paso del tiempo ha colocado a este plato en un lugar privilegiado dentro de la afamada dieta mediterránea, gracias a sus altas cualidades nutritivas.
El gazpacho andaluz es, sin ningún género de duda, la preparación mas reconocida entre las numerosas modalidades que existen de esta receta, algunas parecidas al andaluz y otras muy diferentes en cuanto a su preparación, ingredientes, consistencia, presencia y por supuesto sabor.
El gazpacho extremeño, el murciano, el manchego, el alicantino, la porra antequerana, el salmorejo o el ajo blanco, son algunos de ellos.
La base del gazpacho es el tomate maduro, al que se le suma ajo, pepino, pimiento verde, cebolla, trozos de pan, aceite de oliva y vinagre, además del agua.
Todos estos ingredientes se mezclan en crudo y se trituran hasta obtener una fina crema, fuente natural de vitaminas A, C y D, sales minerales, además de fibra y sustancias antioxidantes como el licopeno.
Por sus bondades nutritivas y su escasez de calorías, el gazpacho se recomienda como entrante o primer plato en caso de sobrepeso, y esta especialmente indicado para personas que sufren estrés o los que requieren un aporte extra de vitaminas y minerales
El secreto de su éxito es consumirlo bien frío, se debe conservar tapado y refrigerado y es conveniente tomarlo directamente del frigorífico, para así degustar bien los aromas de cada uno de sus ingredientes.
El toque de sofisticación lo da la guarnición, que varía según las zonas donde se coma, las más comunes son pequeños pedazos de verduras, pan, hierbas aromáticas e incluso trozos de frutas. Animarse y degustar esta sopa fría la cual nos refrescara estos días de calor.