Hoy voy hablarle de un producto típico de la región de Murcia y es el pastel de cierva, en síntesis, la pastelería salada, en esta región cuenta con una extraordinaria fama ya se por los pasteles de carne de hojaldre, la empanada de tomate, huevo, pimiento morrón y atún en conserva o bien por el tradicional y exquisito pastel de cierva.
Esta receta apareció a finales del XIX en la costa del mar menor de Murcia, siendo uno de sus puntos de difusión más conocidos una pastelería del municipio de San Javier.
Este pastel combina los sabores dulce y salados de una manera especial, ya que por un lado debemos preparar la masa brisé y por el otro laso el relleno
La masa se prepara uniendo la manteca que puede sustituirse por margarina u otra grasa en caso de no encontrar manteca de cerdo y el azúcar y la sal, cuando estén a punto de pomada se añaden el huevo y la raspadura de limón y, finalmente, la harina. Debemos conseguir una masa compacta, que no se quiebre demasiado, debe trabajarse bastante y añadir la harina poco a poco superado el medio kilo hasta dar con el punto de amasado.
Se dejará reposar en el frigorífico la bola de masa, mientras preparamos el relleno de carne y huevo cocido, del pollo sacaremos las mollas de carne, limpias de pieles y cartílagos, y los huevos los trocearemos.
Transcurrida una media hora de reposo de la masa podemos estirarla para forrar el molde, dividiendo la bola en dos mitades, sobre la base echaremos la carne, el huevo y el cazuelillo de caldo, ya que al quedar tapada el relleno necesita algo de humedad para no quedar muy seco.
Tapamos la masa, pintamos de huevo batido la superficie y cocemos a horno precalentado, a unos 150 0 160º, hasta que observemos que se ha dorado la masa, pasado este tiempo se saca y se deja enfriar el pastel, el cual ya estará listo para servir, como entrante, en pequeñas porciones dada su contundencia o como primer plato, después de una ensalada o un consomé.
Se dice que el pastel de cierva fue una receta de un antiguo jefe de cocina de un buque ruso fondeado en el mar menor, el cual entrego la receta a un pastelero de la localidad y este lo sirvió en una comida a la que asistió el señor Juan de la Cierva, el político murciano alabó de tal manera la receta que decidió colocarle su nombre, una costumbre habitual antiguamente en el mundo de la gastronomía.