El chocolate y el cacao son unos productos relativamente recientes en el mercado europeo, lo que no sucedía en España y otros países del sur de Europa.
Como eran productos industriales y cada vez había más fábricas de chocolate en Austria, en suiza y en los demás países europeos, el chocolate, consecuentemente, encontró adictos entre todos los estratos sociales, y por eso fue el tema ideal para un estilo de publicidad también nuevo.
Publicidad de masa para un público de masas, era una novedad, utilizando anuncios que inicialmente eran simples papeletas colocadas en un árbol y en vallas, los fabricantes trataron de dar a conocer sus nuevos productos que muchos compradores todavía desconocían y así los incorporaron a la conciencia general.
En efecto, el desarrollo de las ciudades y el incremento de los productos industriales modificaron en términos generales los métodos de compra y de venta; Se crearon grandes almacenes siguiendo el modelo de Paris, las tiendas de venta al por menor sustituyeron a los viejos tenderos y a las vendedoras y estos servicios, basados en el comercio al por mayor ofrecían productos nuevos que sin embargo, tenían dar a conocer al gran público.
A mediados de siglo en las grandes ciudades se organizaron campañas publicitarias y tanto las grandes revistas para la familia como los calendarios para el hogar, incluían publicidad de chocolate y de cacao.
Así en una revista de economía doméstica, destinada a las amas de casa de todas las regiones, entre los anuncios a toda página en blanco y negro de pianos, ajuar de novia, calzado ortopédico, corsés, camas para partos, etc.; Se insertan atractivos anuncios de las mejores calidades del mercado como el cacao Cisne y el chocolate Serafín.
Con la publicidad apareció una nueva tendencia artística que incitaba al consumo de chocolate, mientras los carteles esmaltados se mantenían durante generaciones enteras a pesar de todos los contratiempos, los carteles ofrecían un arte efímero.
Vía | Historia del Chocolate