Hace unas semanas, Menphis Meat, una pequeña compañía norteamericana, anunció que había conseguido crear el primer pollo artificial con capacidad para ser comercializado. La misma compañía creó hace unos meses la primera albóndiga de ternera artificial. El cultivo intensivo de carne parece a la vuelta de la esquina.
No andaba desencaminado Winston Churchill cuando escribió en 1931 que "acabaremos con el absurdo de criar un pollo para comernos su pechuga o un ala pudiendo hacer crecer solo esa parte en un medio apropiado". La pregunta es: ¿ha llegado ese momento? ¿están las granjas en peligro?
Mucha carne...
En España comemos aproximadamente 51 kilos de carne al año. De ellos, 37,7 kilos son carne fresca. 14,17 kilos de pollo, 10,7 de cerdo y 5,89 de ternera. Las carnes de oveja y cabra rondan el kilo con setecientos gramos.
Los 11,93 kilos de carnes procesadas tienen un producto estrella: el jamón (cocido o curado) con 3,56 kilos por personas y año. Las cifras son superiores a lo recomendado por las autoridades sanitarias (casi el doble según la encuesta nacional de ingesta dietética de 2011). Pero aun así, son pequeñas si las comparamos con otros países.
En Estados Unidos se consumen 40 kilos de carne de pollo por persona al año. Es decir, es un mercado 90.000 millones de dólares. En cambio, en China, el rey es el pato con más de la mitad del consumo mundial, unos 3000 millones de kilos anuales. Cuando hablamos de pollo, pato o cerdo no solo hablamos de carnes, hablamos de una de las bases fundamentales de la dieta de numerosas culturas del mundo.
...pero cada vez menos
Sin embargo, los vegetarianos son ya el 6% de la población norteamericana. Algo que puesto en dólares significa un mercado anual de 84.600 millones.
Entre un 26 y un 47% de los consumidores dicen haber tomado menos carne durante los últimos 12 meses que durante los 12 meses anteriores. Y un 36% de los norteamericanos prefieren beber alternativas a la leche (leches de soja, almendras, avena) que la leche misma.
Detrás de esto, hay una corriente de opinión: el 35% de los consumidores relacionan los productos veganos con la salud, el 12% con la pérdida de peso y el 11% con la responsabilidad ambiental. Pero, también, hay una preocupación ética sobre el sufrimiento animal.
No sorprenderé a nadie si digo que, de hecho, el factor moral es cada vez más importante. Juega un papel clave no solo en la reducción del consumo de carne, como en el activismo en su contra. En 2008, PETA ofreció un millón de dólares a quien comercializara la primera carne de pollo cultivada en laboratorio.
Aunque cada vez hay más sustitutos vegetales a la carne, muchos investigadores apostaron fuerte por crear carne artificial. Es decir, carne que no proviene del cuerpo de un animal, sino del cultivo de células musculares.
¿Cultivar carne?
Sí, como suena. La carne es músculo animal, por lo que extrayendo células musculares (y usando ciertas proteínas) se pueden crear colonas de células con forma de porciones de carne. Al no existir un sistema nervioso central, las carnes no sufren dolor. Es la misma razón por la que muchos veganos sí comen mejillones: no pueden sentir dolor.
Pero al ser genéticamente idéntica, tiene (o debe de tener) todo su sabor. El problema es que las células cultivadas por libre, aunque son fáciles de crearlas en un biorreactor; no se parecen demasiado a la carne de verdad. No tiene la textura, ni el cuerpo, ni la consistencia de la carne natural.
Un buen filete se desarrolla en condiciones muy determinadas: surge de células madre embrionarias, se desarrollan en un contexto metabólico y ecológico determinado. En animales que hacen ejercicio, que tienen sistemas circulatorios, estructuras concretas y estímulos constantes.
En el año 2000, surgieron los primeros intentos serios con el desarrollo de los pescados artificiales, pero no es hasta hace unos pocos años que hemos podido desarrollar carne artificial de verdad. El primer pollo fue presentado hace unas semanas, sin ir más lejos.
¿Cuándo podremos cerrar las granjas?
Aún queda. Según las previsiones de Memphis Meat, la empresa que lo ha conseguido, este tipo de carne podría llegar a los supermercados en 2021. Y puede ser que para esa fecha la carne cultivada ya cuente con todos los permisos sanitarios para su comercialización.
Pero no será sencillo: actualmente, cultivar medio kilo de pollo cuesta, aproximadamente, 9000 dólares en lo que sería el pollo asado más caro de la historia. Por muy rápido que crezca la tecnología, aún estamos muy muy lejos de poder sustituir a las granjas.