Hemos de confesar que pocas hortalizas nos gustan más que la calabaza y es que es muy sencillo quererla. Las recetas con calabaza siempre dan muy buen juego, sobre todo en otoño, momento que están en su esplendor, pero no solo las encontramos en ese período.
Agradecidas, ligeramente dulzonas y con una carne intensa e interesante, esta hortaliza nos da pie para hacer calabaza asada, cremas de calabaza, bizcocho de calabaza, pastas, risottos, fritos, purés y la receta dulce que hoy nos ocupa: mermelada de calabaza.
Muy fácil de hacer y aún más fácil de conservar, esta mermelada de calabaza tiene visos de convertirse en un básico de vuestras neveras una vez que la probéis. Además, según perfeccionéis la receta, podéis ir añadiendo más matices.
Como siempre que cocinamos calabaza, recordamos que le van bien los sabores de la canela, del cardamomo, del jengibre y puntos cítricos como el limón o la naranja, así que no dudéis en infusionarla con ellos.
Pelamos la calabaza, retiramos las pepitas y la cortamos en dados de dos centímetros. Ponemos en una cazuela la calabaza, el azúcar, la canela y cubrimos con agua.
Levantamos la cocción a fuego fuerte e inmediatamente bajamos minima ebullición hasta que evaporemos casi la totalidad del agua dejando solo un dedo (entre 35 y 45 minutos).
Ponemos en un vaso batidor o robot de cocina el conjunto, menos la rama de canela, y trituramos a la textura deseada.
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Cómo utilizar la mermelada de calabaza casera
Perfecta para bocadillos, desayuno o meriendas, esta mermelada de calabaza también le va bien a tostas y tostadas, pero la podemos utilizar también allí donde haya una masa como bizcochos, pasteles, tartas o pizzas.
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