La lavanda y sus aromáticas flores son un complemento perfecto para cualquier cocina a nivel decorativo. Esta planta es estupenda tanto a nivel estético como olfativo.
Afortunadamente, esta planta de corte tan mediterráneo se reproduce muy fácilmente y no necesita grandes cuidados para dar lo mejor de sí misma.
En cuanto a sus condiciones ideales, la lavanda vive estupendamente en tierras secas y con mucho sol, y se adapta fácilmente a los entornos mediterráneos en los que crece de forma espontánea.
En primer lugar, para reproducirla y contar con uno o varios ejemplares en casa basta con localizar una planta de lavanda (en algún parterre o en el jardín de alguien) de la que pueden extraerse esquejes para reproducir tranquilamente en casa.
Acto seguido hay que cortar los esquejes lo más hacia las raíces que se pueda, si es necesario desenterrando un poco la propia planta, pero sino, de la base de las ramas principales.
Una vez en casa, simplemente es necesario contar con un vaso de agua en el que la lavanda eche sus raíces y se desarrollen antes de trasplantarla a la maceta o al suelo.
Lo importante aquí es seleccionar unos esquejes que sean los suficientemente largos: es decir, que superen los 20 centímetros, dando espacio de sobra para que la base del esqueje sea de donde salen las raíces.
Tiempo de espera
Bastará con colocarlos en este vaso lleno de agua y esperar entre dos y cuatro semanas (en función de la temperatura y la luz) a que vayan saliendo pequeñas raíces jóvenes y blancas que sean capaces de absorber el agua una vez la planta se trasplante al maceta.
La primavera es una temporada perfecta para hacer estas reproducciones de la banda y esperar a que florezcan en los próximos meses.
Esta planta, que adoran los polinizadores, dejará un estupendo aroma en la cocina, y también pueden secarse sus flores para decorar permanentemente cualquier rincón de la casa en ramos o en ramas individuales.
Foto | Topntp26/Freepik
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