Quienes hace 30 o 40 años eran unos niños sabrán la sensación que era asomarse a la puerta de cualquier bar para elegir en un gran cartón los helados que tan ricamente se podían comer de postre o de merienda, expresados en pesetas y a riesgo de que el que nos gustaba estuviera agotado.
En aquellos años nada era lo mismo que ahora y al llegar el verano el momento más codiciado era el de los helados, un momento lleno de magia y que hoy se recuerda con nostalgia desde el nuevo siglo y la edad adulta.
A este propósito el viral tiktoker Raul Antón ha compartido un vídeo con sus seguidores en el que recuerda aquellos maravillosos años, y, por ejemplo, cita al camarero de turno rechazando nuestro pedido.
“Eso antes estaba petado de helado, petado”, asegura, y el primero de la lista era el Popeye, el helado más barato y que, según sus palabras, estaba bueno, pero era hielo. Este helado tenía un superpoder porque al pegarle un bocado dolía un ojo sin saber por qué.
Después estaba el Colajet, que al principio tenía chocolate y había quien te pedía morder la punta, una frase que después, con la edad, adopta una connotación muy diferente.
Otro ejemplar de aquellos tiempoes era el Superchoc, un helado que llevaba dentro chocolate y “hubo gente que tuvo que ir a desengancharse porque era adictivo”, bromea el influencer.
La irrupción de los Magnum
Después, salió a la venta el Magnum: “Cuando veías a alguien con un Magnum decías ‘ese tiene dinero’”, remarca sobre este helado que ha dado lugar a tantas variantes diferentes en la actualidad.
Para el tiktoker, después de comer en los restaurantes la piña, la naranja, el limón o el coco, que estaba muy y muy duro, salió a la venta el mítico Pirulo, “que no había manera de comerse ese polo que no fuera lasciva”.
Otro clásico de la época era el Drácula que imitaba a un Drácula negro con una capita de crema y debajo de todo eso un polo rojo que, de niño, generaba la pregunta de “¿cómo harán eso o qué clase de brujería usa?”.
Asimismo, otra opción era el sándwich helado con una galleta que se deshacía y se quedaba pegada a los dedos. “Luego sacaron a su primo ciclado, el Maxibon”, bromea.
Por otro lado, había helado que iban como ligados a la comida del domingo, como por ejemplo la Comtessa, “eso ya era para marqueses, condes y duques”, explica, y considera que esta tarta es “el Bitter Kas de los helados”.
Otro ejemplo era el Bombón Helado o castaña, una opción favorita de las madres, asegura y que pringaba tanto como el helado al corte, que chorreaba por las manos y brazos sin parar.
@raulantonduarte Los helados de los 80 y 90 #humor #raulanton #risas #los90 #los80 #verano #helados #egb
♬ sonido original - Raúl Antón
En esta lista también destaca el de Crocanti con almendra especial alérgicos y el Twister y Twister Choc, con un diseño que “ya mareaba”. También los Fantasmikos, “que había más plástico que helado”, y los Minimilk, de leche o de chocolate.
En la parte alta siempre estaban los cucuruchos de todas las clases, uno de ellos “con nombre de stripper” (el Apolo), mientras que el más peligroso era el Calipo porque el sistema para comérselo desafiaba la gravedad y aunque cayera al suelo no pasaba nada porque en aquella época había una ley no escrita de que si un helado pasaba menos de tres segundos al caer al suelo se podía seguir comiendo.
El tiktoker también cita el Boomy (con tres frutas de naranja, limón y fresa), el Fantasmico, con el palo de chile, el Milkboy, que tenía un chicle por nariz, el Frigodedo y el Frigopie.
También recuerda los helados Flash que se congelaban y “reventaban las comisuras de la boca”. Asimismo, rememora cómo todos los años salían helados Flash de personajes, como la Pantera Rosa, Mario Bros, las Tortugas Ninja, Batman y “hasta Pocholo”.
Por último, recuerda el Mikolapiz con su mina de chocolate, el Micobruja, Micopete y Micola, que tenían una tapa roja que podía ir con premio.
Fotos | Kampus Production
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