La vida está llena de decisiones difíciles y en cuestiones gastronómicas la cosa se puede poner complicada para los más indecisos. En el mundo dulce hay dos sabores clásicos por excelencia que pueden generar grandes debates: ¿vainilla o chocolate? El caso es que ambos combinan a las mil maravillas y por eso decidí no decantarme por ninguno en concreto al hornear estos muffins dos colores cuando me entró el antojo hace poco.
Se trata de trasladar la idea del clásico marmolado al formato individual del muffin, aunque es más difícil conseguir un efecto bonito en el reducido volumen de estos dulces. Por eso preferí combinar las dos masas son mezclarlas demasiado, para tener dos sabores bien diferenciados en cada muffin y dejar así que se potencien mutuamente en nuestro paladar.
Precalentar el horno a 180ºC y preparar una bandeja con 12 moldes para muffins o magdalenas, colocando cápsulas de papel o engrasándolas con mantequilla o aceite. Derretir el chocolate negro al baño maría o en el microondas, con cuidado, y reservar.
Disponer la mantequilla ablandada y troceada en un cuenco mediano y batir con una batidora de varillas hasta dejarla cremosa. Añadir el azúcar moreno y batir más hasta tener una consistencia algo esponjosa. Incorporar los dos huevos, batiendo un poco después de cada uno, y el queso fresco o el yogur con la vainilla.
Batir un poco más y agregar la harina tamizada con la levadura química y la sal, mezclando con suavidad. No se debe trabajar demasiado la masa, no importa si queda algún grumo. Separar un poco menos de la mitad a otro cuenco y mezclar con el chocolate fundido y la leche.
Repartir las dos masas en los moldes, mezclando ligeramente con un palillo si queremos darle un ligero toque marmolado por fuera, y hornear durante unos 20 minutos. Esperar un poco fuera del horno, desmoldar y dejar enfriar completamente sobre una rejilla.
Con qué acompañar los muffins dos colores
Estos muffins dos colores de vainilla y chocolate son un capricho dulce no demasiado empalagoso, perfectos para tomar en el desayuno o la merienda, mejor con un vaso de leche o bebida vegetal bien fresca. Aguantan bien unos días si se guardan en un recipiente hermético, aunque también se pueden congelar individualmente.
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