Francia está llena de pueblos con encanto medieval, rincones que parecen sacados de un cuento y que conservan la magia de siglos pasados. Entre ellos, Saint-Antoine-l'Abbaye se perfila como uno de los más especiales.
Situado en el departamento de Isère, a unos 100 kilómetros de Lyon, este pequeño pueblo amurallado es un viaje directo a la Edad Media. Sus calles empedradas, la impresionante abadía y su ambiente tranquilo lo han convertido en un destino imperdible para quienes buscan historia, arquitectura y paisajes únicos.
Ubicado entre los valles de Chambaran y las montañas del Vercors, Saint-Antoine-l'Abbaye goza de una ubicación privilegiada. La cercanía a Lyon lo hace perfecto para una escapada de un día, aunque sus encantos bien justifican una estancia más larga. Pasear por sus callejuelas es sumergirse en siglos de historia, con cada rincón contando una parte de su pasado.
Este lugar debe su nombre y gran parte de su historia a San Antonio el Grande. En el siglo XI, un caballero llamado Jocelin de Châteauneuf trajo desde Egipto las reliquias del santo, lo que atrajo a numerosos peregrinos en busca de curación y milagros.
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Con el tiempo, la fama del lugar creció y, en 1297, se fundó la Orden Hospitalaria de San Antonio. Su misión era cuidar a los enfermos, especialmente a quienes sufrían el "fuego de San Antonio", una enfermedad provocada por el consumo de pan contaminado con cornezuelo de centeno. Gracias a esta orden, el pueblo se convirtió en un importante centro religioso y de peregrinación en la Edad Media.
Uno de los principales atractivos es la abadía de Saint-Antoine, una joya del arte gótico que comenzó a construirse en el siglo XII y se amplió durante los siglos siguientes. La fachada imponente, los vitrales y la tranquilidad del claustro invitan a detenerse y admirar cada detalle. Dentro, el órgano histórico y los frescos añaden aún más encanto a este lugar de gran valor patrimonial.
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Pero Saint-Antoine-l'Abbaye no se limita a su abadía. El pueblo en sí es un museo al aire libre. Sus casas de piedra con entramados de madera, las antiguas murallas y las pequeñas plazas invitan a perderse sin prisas. En verano, las calles se llenan de vida con mercados medievales y actividades culturales que transportan a los visitantes a otra época.
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Quienes buscan experiencias auténticas pueden disfrutar de la gastronomía local en los pequeños restaurantes y cafés del pueblo. Platos tradicionales de la región, quesos y vinos del valle del Ródano completan la experiencia con sabores que conquistan a cualquier viajero. Además, el Museo de Saint-Antoine ofrece exposiciones sobre la historia del pueblo y su importancia en la medicina medieval.
Este rincón de Isère no solo vive de su pasado, también mira al futuro con orgullo. En 2025, Saint-Antoine-l'Abbaye competirá por el título de Village préféré des Français (el Pueblo preferido de los franceses), un prestigioso reconocimiento que cada año destaca a los pueblos más hermosos de Francia y que se vence el próximo siete de marzo.
Imágenes | Office de tourisme Saint-Marcellin Vercors Isère
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