Pocos mitos hay mayores que el de César Manrique en la isla de Lanzarote. Artista total y representante de una conciencia medioambientalista, Manrique dejó una serie de construcciones en su Lanzarote natal que hoy sirve como legado y como recorrido para todos los viajeros que se acercan a esta isla canaria.
Su propia casa, los Jameos del Agua, el Mirador del Río, el Jardín del Cactus, el restaurante El Diablo, los Juguetes del Viento, el Museo Lagomar… Son muchas las pinceladas que dejó Manrique en Lanzarote y muchas, también, las piscinas privadas que diseñó el artista nacido en Arrecife.
Sin embargo, son pocas las piscinas en las que uno puede bañarse si hablamos de espacios públicos en Lanzarote que tengan que ver con César Manrique.
Convertido en adalid de un legado ecológico que aún hoy pervive en la isla, aunque con matices, el deseo y los designios de César Manrique era evitar una colonización turística que arrasase con la cultura local, convirtiéndose en un artista identificado con el territorio y con la defensa de él mucho antes de que estos fueran conceptos de moda.
Sin embargo, raras son las construcciones de Manrique que incluyan piscina y en las que se pueda bañar de manera pública. Algo que no sucede en uno de los elementos más curiosos de la isla de Lanzarote y uno de los proyectos más rupturistas en su trayectoria.
Rupturista por donde se proyectó y por su concepción. Junto al arquitecto madrileño Fernando Higueras, Manrique ideó un edificio brutalista en Costa Teguise, una de las zonas más turistificadas de toda Lanzarote. Se trata del Hotel Salinas, cuya construcción comenzó en 1973 y terminó en 1977 y que en la actualidad es el Paradisus by Meliá Salinas Lanzarote.
El edificio, en forma de Y, fue Premio Nacional de Arquitectura en 1979 y es también Bien de Interés Cultural y Patrimonio Artístico y Cultural de la isla, y ahora es un ejemplo del no intervencionismo del paisaje.
Hormigón blanco y exuberantes jardines forman parte de una de las construcciones cumbre de César Manrique donde las formas geométricas son fundamentales, dando lugar a terrazas y lucernarios, y que ahora forman parte del hotel Meliá Paradisus.
Con una reforma terminada en 2013 tras invertir 15 millones de euros, el grupo Meliá pone sobre el mapa este cinco estrellas gran lujo que, casi al borde de la playa, presenta una piscina de 1.800 metros cuadrados que pueden disfrutar los alojados del hotel. Fiel a ese trazo irregular, la piscina de color blanco y piedra negra volcánica se cubre también con palmeras y que se plantea como una piscina 100% instagrameable, aunque concebida hace 50 años.
Imágenes | Paradisus by Meliá Salinas Lanzarote
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