Corría el año 1948 cuando el químico estadounidense Earl Tupper presentó por primera vez al público un inventó destinado a revolucionar la vida de millones de personas, el recipiente contenedor de plástico. El táper, fiambrera, tartera o simplemente tupper es ya un accesorio imprescindible de cualquier hogar, aliado para comer fuera de casa y guardar sobras. ¿Podemos reutilizarlos eternamente?
El éxito de Tupperware ha multiplicado la oferta de estos portalimentos e incluso ya los llamamos genéricamente tupper aunque sean de la competencia. El plástico se ha impuesto por su comodidad y los reusamos sin parar, a veces con poco cuidado. ¿Abusamos demasiado de estos recipientes? Aunque su uso es totalmente seguro, quizá ese tupper maltrecho que todos tenemos en el armario se merece la jubilación.
Los tuppers y otros recipientes de plástico, seguridad alimentaria garantizada
El plástico es un material polémico que genera muchas dudas y preocupaciones en el consumidor. Hay que tener en cuenta que existen muchos tipos de plásticos que ofrecen unas características determinadas según su uso. La mayoría de los táperes, y así es en el caso de Tupperware, están fabricados con polipropileno, muy estable y resistente al calor.
Los recipientes plásticos autorizados para uso alimentario por la legislación europea deben exhibir el sello correspondiente, normalmente el típico símbolo de un tenedor y una copa. Esto garantiza que el objeto, en las condiciones normales de uso, no cederá componentes al alimento en cantidades que puedan suponer un riesgo para la salud.
No hay que pasar por alto lo de las “condiciones normales de uso”, porque no todos los recipientes aptos para contener alimentos son adecuados para usar en el microondas. Como explicó muy bien Miguel Ángel Lurueña, no es peligroso calentar los tupper en el microondas, siempre que el envase en cuestión esté destinado a tal uso.
Hoy en día casi todos los táperes de calidad cuentan con el sello que los identifica como aptos para ello. Sin embargo, conviene seguir bien las indicaciones de cada fabricante, ya que normalmente no se aconseja usar a máxima potencia. Mi compañero Pakus ahondó hace poco un poco más en las claves para elegir los tuppers más adecuados, incluyendo buenos consejos de uso.
El tupper no es eterno: signos de que ya toca renovarlos
Aunque nuestros tuppers sean de la máxima calidad y los tratemos con un cuidado extremo, no son perfectos. Es cierto que Tupperware presume de la máxima garantía en sus productos -y mi madre tiene algunos productos de la marca con más años que yo que siguen estupendos-, pero no todo dura eternamente en condiciones perfectas.
El polipropileno es un material poroso; esto quiere decir que no solo puede haber migración de componentes del recipiente a la comida -de nuevo, garantizados como seguros en condiciones normales-, pero también viceversa. ¿Quién no tiene un tupper que un buen día dejó de ser blanco?
Ciertos alimentos manchan el plástico y se quedan impregnados dejando restos muy difíciles de eliminar. En principio esas manchas y la decoloración no afectan a la calidad del recipiente, pero tampoco son muy agradables. La situación es peor si además las manchas van acompañadas de olores extraños que no hay manera de quitar. Por eso es importante escoger de entrada un buen producto que garantice, en principio, que no vaya a coger olores.
Someterlos constantemente al microondas tampoco ayuda a alargar su vida útil, por muy aptos que sean. Muchas veces nos pasamos de potencia o de tiempo, y al final se van produciendo pequeñas deformaciones en el contenedor o en la tapa que afectan a la calidad del material. Las comidas con mucha grasa o azúcares llevan más al límite a los tuppers de plástico, pudiendo dejar marcas al calentarse demasiado. Elegir un tupper de tapa flexible y bien resistente es esencial para alargar al máximo su vida útil.
El tupper aguanta muchos trajines en nuestro día a día. Quizá porque son de plástico no los tratamos con toda la delicadeza que merecen para mantenerse como nuevos durante años. Estropajos demasiado duros, detergentes abrasivos, fuentes de calor muy altas, lavavajillas, cubiertos afilados... poco a poco aparecen marcas, roturas o rayones, los bordes se astillan y las tapas se deforman.
Un buen tupper no va a suponer ningún riesgo para la salud si cumple la normativa vigente y lo usamos de forma razonable, pero tampoco hay que alargar su vida miserablemente. Un recipiente que no cierra bien o que mantiene un extraño olor a ajo rancio no ayudará a que disfrutemos de nuestra comida. Por sí mismo no caduca, pero la vida diaria nos afecta a todos.
Así que toca aplicar un poco el sentido común y pasar lista de vez en cuando al armario de los táperes. No pasa nada por renovar los ejemplares que ya hayan cumplido su servicio; incluso podemos atrevernos a sumar alguno de vidrio o cristal, como este que además tiene dos compartimentos. Son más delicados de transportar, pero más resistentes y agradables para cocinar y almacenar la comida.
Fotos | iStock.com