Esta receta sencilla de pan de molde integral es perfecta para los más novatos en el mundo de la panadería casera, o para quienes busquen una alternativa fácil al producto de supermercado. No tanto por pretender que sea más saludable, sino más bien por el placer de disfrutar de nuestro propio pan.
Para que el pan tenga realmente una buena presencia y sabor, lo mejor es buscar una harina integral de calidad; si se quiere hacer 100% integral habrá que añadir un poco más de agua para corregir la humedad. La melaza o miel de caña, más oscura y acaramelada, aporta un color y aroma especiales a la masa, aunque se puede sustituir por otra cucharada equivalente de cualquier miel.
Colocar las harinas en un recipiente amplio y mezclar bien con la levadura y la sal. Combinar en un cuenco el agua y la leche tibias con el aceite de oliva, la melaza y la miel. Añadir a las harinas y mezclar hasta conseguir una masa homogénea. Tapar con un paño y dejar reposar 30 minutos.
Amasar unos minutos con las manos o usando una máquina amasadora. La masa debe ser húmeda pero no excesivamente pegajosa. Trabajarla hasta que quede suave y elástica al tacto. Formar una bola, colocar en un recipiente engrasado, tapar y dejar levar hasta que doble su tamaño. Dependiendo de la temperatura, tardará entre una y dos horas.
Deshinchar ligeramente, formar un cilindro y colocar en un molde rectangular de unos 22 cm de largo, engrasado o con papel sulfurizado. Tapar y dejar levar de nuevo hasta que casi doble su tamaño. Mientras tanto, precalentar el horno a 200º C.
Hornear durante unos 35 minutos, hasta que se haya dorado bien y al golpear la base suene hueco. Pincelar con aceite o mantequilla derretida cuando todavía esté caliente para conseguir una textura más tierna. Dejar enfriar totalmente sobre una rejilla.
Con qué acompañar el pan
Este sencillo pan de molde integral puede disfrutarse prácticamente a cualquier hora del día. Resulta estupendo para empezar la jornada con unas tostadas con mantequilla y mermelada en el desayuno, o para preparar un sándwich como merienda o cena. La miga tierna pero consistente lo hacen también muy adecuado para acompañar las comidas, sobre todo sopas y guisos.
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