Hay combinaciones que, de antemano, se saben ganadoras. Este es el caso de las espinacas, el queso azul y las nueces. Tres ingredientes que casan a la perfección y que, en forma de croqueta, resultan exquisitas. Las espinacas y el queso aportan sabor, mientras que las nueces picadas añaden ese punto crujiente que tanto gusta.
Estas son unas croquetas hiper cremosas, pues la bechamel se prepara con una mezcla de leche entera y nata líquida. Tienen una textura soberbia y se funden en la boca, son un auténtico pecado. Ni que decir tiene que nos encantaría comerlas a diario, pero nuestras arterias agradecerán que las reservemos para una ocasión especial.
Como hemos usado espinacas congeladas, lo primero que hacemos es dejarlas descongelar sobre un colador. Escurrir bien el agua que contienen y picarlas a cuchillo. Una vez listas las espinacas, podemos empezar con la elaboración de las croquetas.
En una cacerola amplia calentamos el aceite y la mantequilla. Cuando esta última se haya fundido, añadimos la harina de golpe y removemos. Cocemos a fuego medio durante un par de minutos para que se tueste ligeramente. A continuación añadimos el queso azul desmenuzado, las espinacas picadas y removemos de nuevo.
Incorporamos la leche y la nata líquida poco a poco, sin parar de remover, para que se absorban lentamente y no se formen grumos. Salpimentamos al gusto y cocemos a fuego suave durante 15 minutos aproximadamente. Al final de la cocción añadimos las nueces picadas e integramos.
Transferimos la masa de croquetas a una fuente, cubrimos con papel film para que no se forme costra y dejamos enfriar. Guardamos en la nevera hasta el momento de formar las croquetas. El frío le sienta muy bien porque toma consistencia, así que mejor dejarlas toda la noche.
Formamos las croquetas tomando pequeñas porciones de masa y boleando. Las pasamos por harina, huevo batido y pan rallado. Dejamos secar el empanado unos 30 minutos para que no se abran cuando llegue el momento de freírlas.
Podemos congelar las croquetas hasta el día que las vayamos a freír o freírlas directamente en abundante aceite. La clave para que no se abran es que el aceite esté muy caliente (180 ºC), que las croquetas queden sumergidas en él por completo y que, una vez dentro, no las movamos hasta el momento de retirar de la sartén.
Una vez fritas las pasamos a una fuente con papel absorbente y dejamos que escurran el exceso de grasa. Servimos calientes y ¡a disfrutar!
Con qué acompañar las croquetas cremosas de espinacas, queso azul y nueces
Estas croquetas (hiper) cremosas de espinacas, queso azul y nueces son deliciosas a cualquier hora. Perfectas para servir a la hora del aperitivo, pero también como segundo plato o para una cena original. Casan de maravilla con una ensalada de hojas verdes o un tomate aliñado y una bebida bien fresca.
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