Ahora bien, hay una serie de cosas que pueden hacerse para que las plantas no echen de menos ese agua que con tanto esmero repartimos al anochecer sobre sus raíces.
Riego abundante
La primera estrategia es realizar un riego abundante para que la planta quede bien satisfecha de la cantidad de agua que le hemos proporcionado antes de marcharnos. No se trata de que se ahogue, sino de que quede bien saciada. Un riego por inmersión es una buena idea para llegar a todas las raíces del sustrato.
Cubremacetas
Poner un cubremacetas lleno de agua será una buena opción para que la planta vaya bebiendo conforme lo necesite es una buena idea, siempre que no sea una planta que enseguida pueda verse amenazada por la pudrición de sus raíces. Este plato bajo la maceta nos hará ganar días.
Proteger la tierra
Para evitar la evaporación y la pérdida innecesaria del agua por la insolación, una buena idea es proteger el subsuelo de la planta a base de hierbas y hojas que se pueden recolectar en días previos. Esta suerte de humus (predescompuesto) será una excelente capa de protección como la que hay en los sotobosques más ricos.
Recortar hojas
Para evitar la evaporación de la planta a gran escala, una solución bastante útil es recortar una parte de la zona de donde más transpiran: las hojas. Su consumo de agua será menor y también su pérdida. Esta especie de poda de pequeña escala tiene que hacerse en las puntas de las hojas más grandes (y superiores), cortando por la mitad transversalmente.
No obstante, es un gran remedio para que se mantengan. Además, hay que dejarlas a la intemperie, y no debajo de una mesa de jardín, para que puedan beneficiarse de lluvias si las hay.
Foto | Mikhail Nilov y Cottonbro studio.
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