Así tienes que podar tu limonero para potenciar la cosecha. Ahora es su mejor momento

Este maravilloso frutal estará listo para llenar nuestros jardines y balcones de vida

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El limonero es ese árbol frutal que nunca pasa de moda, presente tanto en huertos rurales como en patios urbanos: su presencia una vez asoma el buen tiempo es transversal en toda España. Sin embargo, para que dé lo mejor de sí mismo, es imprescindible saber cuándo y cómo podarlo.

Ahora que se acerca la primavera, llega el momento ideal para darle un buen mantenimiento y potenciar una cosecha abundante. No se trata solo de estética: una buena poda es la clave para garantizar limones jugosos y ramas sanas.

Podar un limonero puede parecer un trabajo intimidante, pero en realidad, es un proceso sencillo si se siguen algunos principios básicos. La poda ayuda a mejorar la circulación del aire, permitiendo que la luz llegue a todas las partes del árbol y evitando problemas de hongos y plagas. Además, elimina ramas viejas o dañadas, estimulando el crecimiento de nuevas y vigorosas ramas productivas.

El momento ideal para podar un limonero es a finales del invierno o principios de la primavera, justo antes de que comience la temporada de crecimiento. Hay que evitar los días de heladas o demasiado húmedos, para no debilitar el árbol y favorecer la aparición de enfermedades. La herramienta básica: unas tijeras de podar bien afiladas y desinfectadas, para cortes limpios y rápidos.

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Sanear las ramas

La técnica consiste en empezar eliminando las ramas secas, enfermas o cruzadas, que entorpecen el crecimiento equilibrado del árbol. También conviene retirar los brotes que crecen hacia el interior, favoreciendo una copa abierta que permita la entrada de luz. No se debe tener miedo de cortar: los limoneros son resistentes y agradecen una poda generosa.

Un aspecto fundamental es respetar las ramas principales del árbol. Estas son el esqueleto que sostiene la producción de fruta, así que conviene podar con cabeza, eliminando solo las ramas secundarias o los chupones que restan energía sin aportar frutos. Dejar una buena estructura abierta garantiza una cosecha más abundante y de mejor calidad.

Después de la poda, un buen riego y un aporte de compost o abono orgánico ayudan al limonero a recuperarse rápidamente. En pocas semanas, se podrán ver nuevos brotes y, con ellos, las futuras flores y frutos. Además, mantener una rutina de riego regular, sin encharcar, es clave para evitar el temido amarilleo de las hojas.

Podar un limonero no es solo una cuestión de estética, sino una inversión directa en la calidad y cantidad de su cosecha. Un gesto sencillo que transforma cualquier jardín o terraza en un rincón mediterráneo lleno de vida y sabor.

Foto | Rafael Rodrigues

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