En tiempos en los que subcontratamos todo o casi todo, la crianza y educación de nuestros hijos tampoco parece librarse. Encargar a terceros que se encarguen de modelar a los hijos, pretendiendo que sean los colegios quieren hagan esta labor, puede ser un error.
O así lo considera Karlos Arguiñano, que una vez más ha vuelto a recurrir a la sabiduría popular y a la tradición para justificar una realidad doméstica: cada vez se hacen menos comidas o cenas en familia.
En una emisión de su programa, el popular y televisivo chef vasco advierte de que "por muy trabajadores que sean los padres o la comida o la cena la tienen que hacer con los hijos".
Falta de tiempo, independencia u horarios intempestivos que torpedean la conciliación son parte de esas trabas que van poniendo en el día a día las situaciones que impiden hacer una vida familiar que, para Arguiñano, es cuestión de educación.
"La educación de casa es la primordial", inicia mientras pica unas cebollas para hacer unas samosas. "En la escuela o en el colegio, por muy caro que sea, le pueden dar buena educación, pero la educación educación se da en casa", dispone sobre esos valores intangibles de la paternidad y la maternidad que no se deben subrogar a los maestros o profesores.
"Cómo hay que ser como persona, cómo comportarse con los amigos o con los compañeros siendo pequeño en la escuela", indica en cuanto a una pedagogía tradicional que, precisamente, está ahora más de moda que nunca.
"Todo eso, en la comida o en la cena, lo controlas [lo de los niños]", indicaba. "Si no estás ni comiendo ni cenando con ellos ni se te escapan muchos detalles, muchos", lamentaba.
A modo de observación, el chef de Beasain repunta en que se perciben detalles de cómo los hijos están o se comportan. "Si estas con ellos te das cuenta de muchas cosas y tú puedes ir rectificando fallos que estas viendo, o tristeza o alegrías, o el porqué de las cosas", apostillaba.
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No parece faltarle razón en cuanto a crianza, a pesar de haber trabajado en una profesión especialmente esclava en cuanto a horarios, pero su paternidad —con siete hijos, nada más y nada menos— avala el éxito del método Arguiñano de crianza, que resume en "ser partidario de comer o cenar siempre con los hijos y eso es algo que queda para siempre".
Imágenes | Facebook Karlos Arguiñano
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