Mi abuela fue una golosa empedernida hasta el último momento así que no era de extrañar que en muchas ocasiones tuviese en casa algún dulce escondido por algún lugar de la cocina. Una de las recetas que más le gustaba que le preparase era esta simple compota de manzana a la canela.
Como es de muy fácil digestión y muy blandita es muy apta para niños y mayores, aunque a mí también me vuelve loca. En la presentación podéis ver los trocitos enteros y es por mera estética. Lo que hago al sevirla es aplastarla ligeramente con el tenedor para que resulte un puré, pero eso va en el gusto personal del comensal.
En un cazo ponemos el agua y el azúcar y llevamos a ebullición a fuego medio para que el azúcar se disuelva poco a poco. Dejamos un par de minutos hasta que se fome un almíbar muy ligero.
Mientras, lavamos, pelamos y descorazonamos las manzanas. Las troceamos y añadimos a la cazuela justo cuando el almíbar está hecho y sigue burbujeando ligeramente. Ponemos la ramita de canela, tapamos la cazuela, bajamos el fuego y cocemos durante unos 30 minutos.
El tiempo depende un poco de la variedad de manzana y del tamaño de los trozos. Retiramos el fuego y servimos templada o como acompañamiento de helado. Si la canela no os gusta podéis utilizar una vaina de vainilla, o nada, como prefiráis.
Con qué acompañar la compota de manzana
La compota de manzana preferentemente debe servirse templada aunque a mí fría también me resulta muy buena, sobre todo en verano. Es un acompañamiento perfecto para los helados, pero también para platos salados de carne como el pollo asado o el rosbif. Probad estas combinaciones y nos contáis.
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