Siempre he sido de mente inquieta. Bueno, en algunas ocasiones algo menos que en otras, pero por lo general siempre intento cuestionarme mi entorno y en especial allí donde práctico mi afición en cualquiera de sus modalidades: hobbie, estudios o trabajo. Por eso nunca entendí aquello que intentaron meterme con cuña en la escuela de hostelería, eso de pincear la comida.
Hay que decir que "pincear" podríamos considerarla como la acción de "pinzar". Y en la RAE obtenemos:
1. tr. Sujetar con pinza. 2. tr. Plegar una cosa, pellizcándola con los dedos, con un muelle, etc.
Y para adelantarme al final, ¿por qué si existen y han existido pinzas de toda la vida nos hacían utilizar una cuchara y un tenedor? La hostelería se sirve de una serie de tradiciones que son totalmente anacrónicas. Valga esto de pinzar o valga cualquier otra cosa desfasada en el tiempo, como las normas espantosas de vestimenta que nos hacían llevar y, cuidado, que en muchos sitios siguen existiendo.
Pues bien, lo de pinzar se trataba de sujetar una cuchara y un tenedor con una mano, como si fuese una pinza para servir el pan, o cualquier otro servicio de comida que fuese servido a la rusa, francesa o cualquier otra nacionalidad. Os sorprenderíais.
Vaya, desde esta humilde tribuna, una reverencia a todos aquellos empresarios que entienden que la hostelería es algo que no solo se debe adaptar a los tiempos, si no que tiene la obligación de adelantarse y no quedarse sumida en el pasado.
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