Por extraños y retorcidos motivos, que no tengo la más mínima intención de explicar públicamente, hoy he estado dándole vueltas a la cabeza sobre cómo llamar a un cerdo. No hablo de ponerle nombre a un cerdo que hayamos adoptado como mascota, si no que hablo de los distintos nombres con los que se hace referencia al animal.
Andaba pensando, la cantidad de palabras que podemos utilizar para nombrar a tan digno y útil animal, y la forma en que esos mismos nombres son utilizados, en contra de personas, como “adjetivos descalificativos“. También me ha surgido la duda si son bien utilizados, cuando son dirigidos hacia un el animal en cuestión.
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Podemos utilizar indistintamente las palabras cerdo, marrano y cochino.
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Si hacemos referencia a un animal de más de diez meses, que se ha destinado a la monta, diremos que es un verraco.
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Al cerdo cebado para la matanza, se le llama puerco.
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La hembra parida o que puede ser preñada, se le llama marrana.
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Lechón es la cría del cerdo, durante su lactancia.
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Cerdo de vida es el que tiene menos de un año.
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Cerdo de muerte, es el que tiene más de un año y es apto para la matanza.
El cerdo en el refranero popular
Nuestra literatura antigua y nuestro extenso refranero está plagado de algunas sabias referencias a tan noble animal. Resulta curioso comprobar cómo algunos hablan sobre en qué momento están mejor y más sabrosos los productos del cerdo o de lo importante que es el cerdo para la subsistencia de una casa y la hacienda y otros sin embargo lo utilicen aprovechando su mala fama y utilizándolo directamente como un insulto o como una advertencia.
Puerco fresco y vino nuevo, crhistianillo al cementerio
Vino, amigo, tocino y aceite, los más viejos se prefieren
Ya puede nevar, tengo puerco muerto, leña en el corral, vino en la cuba y en la artesa pan.
Del cerdo me gustan hasta los andares
En habiendo vino, aceite y manteca de cerdo, media botica tenemos
Huerta sin cerdo, no tiene dueño
Del puerco hasta el rabo es bueno
El mejor vecino un buen tocino
Trece morcillas tiene un cerdo, ni te las doy ni te las cuento
Eso será, cuando los cerdos vuelen
A cada cerdo le llega su San Martín
Echar confites a un cochino, es desatino
El perezoso y el cochino, andan dos veces el camino
Seguro que si me pongo a buscar un poco más, aparecen cien refranes más, y aunque no los puedo incluir todos aquí, no quiero olvidar el preferido de mi madre “Con ayuda del vecino, mató mi padre un gorrino“ y que lo dice siempre, voz bajita y refunfuñando, cada vez que mi padre decide cocinar paella algún que otro domingo familiar, ya que al acercarse a la mesa va presumiendo con la paellera en alto y preguntando a todos ¿que os a parecido como me ha quedado?
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