Este fin de semana pasado tuvo lugar una interesante iniciativa de la Confraría del Cava Sant Sadurní, que además de constituir un buen comienzo para la Semana del Cava, sirvió para recaudar fondos en beneficio de la Asociación Punto Omega, una ONG dedicada a la prestación de servicios sociales a las personas más desfavorecidas.
Contando con la colaboración de Renfe, la Confraría fletó el tren Ave Cava, que partió de la estación de Atocha de Madrid a las 8 de la mañana del sábado día 2 de octubre. La despedida corrió a cargo del alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, quien copa de cava en mano resaltó los vínculos que deberían unir a Madrid y Barcelona. Llegados a la estación de Sants, nos dio la bienvenida el alcalde de la ciudad condal Jordi Hereu, quién brindó también con cava por la unión de las dos ciudades.
Entre los cuatrocientos madrileños que compartimos este viaje, no faltaron un buen número de personajes de la escena española, actores, artistas y escritores, entre otras profesiones.
Nada más poner el pie en Barcelona, tras la bienvenida del alcalde Hereu, los participantes nos distribuimos en varios autobuses que nos llevaron a visitar diversas cavas de la zona. Servidora tuvo la oportunidad de conocer de cerca el trabajo que lleva a cabo la Cava Recaredo, una empresa familiar ubicada en pleno centro histórico de Sant Sadurní d'Anoia que guarda un gran tesoro bajo tierra, allá donde descansan durante tiempo sus botellas.
Ton Mata nos recibió a las puertas de Cava Recaredo y nos mostró todos los detalles de las cavas, en un relato impregnado por el cariño a su empresa y su profesión. Una empresa creada por su abuelo, que de muy chico comenzó a simultanear su pasión por el fútbol y el degüelle, siendo esta última actividad la que le llevaría a establecer un empeño que años más tarde tomarían generaciones posteriores.
El carácter y las filosofía de trabajo del abuelo está bien presente en el modelo de negocio de esta cava, en la que los procesos apenas están automatizados, dando gran importancia a las personas que los llevan a cabo, así como a la tierra y la uva. En Recaredo el valor está en el producto, este se nombra por añadas y cada añada tiene un matiz diferente. Practican una viticultura 100% ecológica con uva procedente de viñedos propios y vendimia manual. La crianza mínima es de 30 meses, con tapón provisional de corcho, y el degüelle se realiza de manera manual, sin congelación.
Durante la visita a las cavas, en la que no nos permitieron hacer fotografías, descubrimos largos pasadizos tapizados de botellas en distintos grados de maduración, muchas de ellas ya dispuestas sobre los pupitres en proceso de aclarado. Para esta tarea, en Recaredo cuentan con una persona que dedica su jornada laboral a dar un octavo de vuelta a todas las botellas que lo requieren y a realizar el posterior degüelle, labor con la que se eliminan las lías, restos de levadura que quedan en la botella tras la segunda fermentación.
Una operación que lleva tan solo unos segundos, pero que se realiza con maestría y sensibilidad, no en vano el tacto determina el momento exacto en que el corcho provisional está listo para salir. Cuantos lo vimos realizar dos veces, nos declaramos asombrados. Tras esta operación, nos mostraron de manera manual el proceso que realizan las máquinas hasta tener la botella preparada para salir a la venta. Tras este instructivo paseo pudimos degustar el Cava Gran Reserva Recaredo 2006 en un breve momento de relax, tras el cual salimos disparados hacia el restaurante Sol i Vi.
Allí se celebró una comida con un menú maridado con cava: embutidos con pan tomaca, ensalada templada de langostinos y cigalas a la vinagreta de cava, pato rustido del Penedés con ciruelas, piñones y uvas, y mousse de crema catalana al Marc, degustando con estos platos el Cava de la Confraría en sus variedades Rosado Brut, Brut Nature, Magnum Gran Reserva y Malvasía.
Al final de la comida se entregó un cheque a la Asociación Punto Omega por valor de catorce mil euros, cifra recaudada con las donaciones que se realizaron durante la jornada. De nuevo saltamos a los autobuses camino a la estación de AVE de Tarragona, desde donde llegamos a Madrid, parada final del viaje.
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