Antes de viajar al Valle de Loira desconocía por completo el origen de la tarta Tatin, y eso que es una de las recetas más famosas de Francia, que tengo un libro lleno de ellas (que no menciona cómo se creó en absoluto) y que me gusta prepararla de vez en cuando.
Allí tuve la suerte de conocer la historia de la mano de una lugareña, que siempre resulta más interesante, pues impregnan sus palabras con la ilusión y la emoción de compartir algo de lo que se sienten parte.
Todo comenzó en el hotel Tatin, regentado por dos hermanas que así se apellidaban, en la pequeña población de Lamotte-Beuvron, al sur de Orleáns. Bien comunicada con París por ferrocarril y en plena Belle Époque (finales del s.XIX y principios del XX), la localidad se convirtío en la capital de la caza, atrayendo a políticos y ricos hombres de negocios, por lo que el hotel y su restaurante era frecuentado por personas influyentes en la ciudad.
Aunque parezca que me esté yendo por las ramas, todo esto tiene un significado, pues es muy probable que la ahora famosa tarta no hubiera pasado de receta local de no ser por la capacidad de difusión de los adinerados y reputados visitantes. Pero en cualquier caso, vayamos al origen.
Las versiones sobre cómo y por qué se preparo la primera tarta Tatin son diversas. La más popular es la de que una de las hermanas, Stephanie, tuvo un desliz al preparar una tarta de manzana y caramelizó las manzanas, por lo que decidió taparlas con una poco de masa para que no se vieran. También hay quien dice que estaba pensando en las musarañas y puso las manzanas en el molde sin haber puesto antes la masa, y la añadió encima.
Sin embargo, mi narradora insistía en que probablemente tuviera que ver con que no les funcionara el horno y optaran por invertir la tarta para poder prepararla en un recipiente sobre el fuego. Una historia con menos gracia, pero bastante lógica.
Sea como fuere, la tarta triunfó entre la clientela, convirtiéndose en una petición habitual de los comensales y plato estrella de la carta de postres. Según cuentan, un buen día, un afamado repostero parisino la probó, quedando prendado de su sabor hasta tal punto que no pudo evitar pedirle a la cocinera que le explicara cómo se preparaba.
Poco después, la tarta era ofrecida a los clientes de su restaurante —uno de los más exclusivos de París— y, de nuevo, resultó un éxito abrumador. Afortunadamente, y en un acto de honradez profesional, el repostero nombró la tarta en justo homenaje a sus creadoras, las hermanas Tatin, lo que hizo que pronto se hicieran famosas y su restaurante un lugar de obligada visita para los parisinos de bien.
Hoy en día, la tarta Tatin es un clásico de la gastronomía francesa. La original es de manzana, pero existen versiones con todo tipo de frutas e incluso saladas. Normalmente se preparan las manzanas primero en el fuego, en un recipiente que luego se pueda meter en el horno una vez añadida la masa, aunque hay quien prepara las manzanas por un lado y luego las añade al molde solo para hornear.
Espero que os haya gustado esta pequeña historia sobre el origen de la tarta Tatin y, si algún día visitáis el Valle de Loira, no dejéis de pasaros por el Hotel Tatin en Lamotte-Beuvron, que aún sigue abierto.
Fotos | Wikipedia
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