Comer la piel del pollo ¿es malo o bueno? Este estudio tiene la respuesta

Un estudio de la Universidad de Harvard revela la verdad de este mito

La carne de pollo es una de las opciones más fáciles, rápidas y baratas de consumir proteínas de alto valor biológico. Carne blanca por antonomasia, parte de sus encantos siempre se vinculan a que hablamos de una carne suave y ligera que tiene pocas grasas. Razón por la que las recetas de pollo tienen un hueco primordial en nuestros recetarios y, en general, dentro de la cocina española.

Hasta que topamos con el temido mantra de la piel del pollo. Evidentemente, como cualquier tipo de carne, todo producto tiene cortes más magros y cortes más grasos. Quizás en el pollo sea mucho más notable que lo que podemos encontrar en determinadas piezas del cerdo o de la ternera.

Lo que sí está claro, además, es que consumir la piel del pollo es más sabroso que consumir la parte magra. No es una novedad. Por su composición, las grasas son más sápidas que las partes magras. Razón también por la que solemos preferir alimentos de esta índole.

Aunque no todas las partes del despiece del pollo son iguales, lo cierto es que siempre solemos hacer la distinción entre el consumo de pechuga, generalmente más magra, con los muslos o contramuslos, que están cubiertos de una piel más complicada de eliminar y que se suelen consumir con ella.

Aparte de este hecho, también sucede que la carne de la pechuga de pollo es tradicionalmente más magra que sus 'hermanas', razón por la que también se queda más seca.

Sin embargo, si eres de los que ha crecido pensando que la piel del pollo es peligrosa a nivel nutricional por la cantidad de grasa que incorpora, tenemos una buena noticia que darte.

O no nosotros, sino la Universidad de Harvard, una de las instituciones educativas más prestigiosas del mundo. En uno de los estudios que llevó a cabo la Harvard University School of Public Health, explicó que la piel del pollo, consumida con moderación, no presenta ningún riesgo mayor para la salud ni para el organismo.

De hecho, según la investigación, la piel del pollo asado (una de las preparaciones más habituales para esta carne) podría tener incluso beneficios para la salud cardiovascular, ya que es una carne rica en grasas insaturadas, lo que solemos considerar 'grasas buenas'. Por este motivo, dentro de una dieta equilibrada, el consumo de la piel del pollo no tiene por qué ser algo demonizado.

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