Si solo pudiera ver un templo en la capital francesa, sería esta otra basílica
París tiene muchísimos encantos. Decenas, cientos… Y la catedral de Notre-Dame es uno de ellos. De los más espectaculares de la capital francesa. Sin embargo, para mí no es ni de lejos el más espectacular de los edificios religiosos parisinos.
Tampoco es, a mi juicio, la más espectacular de las catedrales góticas francesas, pero eso también es cuestión de gustos. No voy a negar que Notre-Dame de París es impresionante, pero no me parece una catedral que por sí sola mereciera una visita, como sí sucede con otros templos católicos franceses.
Lo primero, aunque suene todo el rato redundante, es que deberíamos referirnos a ella como la catedral de Notre-Dame de París. No hace falta saber demasiado francés para comprender que Notre-Dame solo significa 'nuestra señora', así que decir 'la catedral de Nuestra Señora' es decir poco o nada. Otra cuestión es que debido al predicamento de París, hayamos identificado el Notre-Dame casi exclusivamente con la capital francesa, pero eso no quiere decir que sea la única.
Hay otras 'Notre-Dame' en Estrasburgo, Chartres, Poitiers, Amiens o Reims. De hecho, las dos primeras, como ejemplos de arquitectura gótica, me parecen más espectaculares que la Notre-Dame parisina.
No obstante, hoy no vengo a contaros que Notre-Dame no me parezca espectacular, sino que, si yo tuviera que elegir una iglesia que ver en París, no sería Notre-Dame. Tampoco sería el Sacre-Coeur de Montmartre, que no es una catedral, sino una basílica.
Para mí, como viajero, la iglesia que siempre visitaría si fuera a París es la impresionante basílica de Saint-Denis. Considerado el mejor ejemplo –vivo– del gótico primitivo francés, Saint Denis se sumerge en ese ejemplo transicional entre el románico y el gótico donde existe una convivencia de arcos –del medio punto– a los primeros compases de los arcos ojivales, así como a la elevación de los espacios (el salto diferencial entre ambos estilos), convirtiendo la hoy basílica y abadía en uno de esos ejemplos imprescindibles para entender el devenir arquitectónico de la Edad Media.
Con elementos claramente ya góticos como el rosetón de la fachada, la basílica de Saint-Denis, levantada en el siglo XI, es también ejemplar –y singular– para la arquitectura sacra gótica francesa, al solo tener una torre. Algo que, viendo algunas de las grandes catedrales góticas galas, es raro.
Sin embargo, Saint-Denis no clama por un trono exclusivamente por su exterior, sino que nos reclama por el interior. Es, aunque la mayor parte de las tumbas se profanaron, el lugar de enterramiento de los reyes de Francia desde hace más de 700 años y, a todo ello, hay que sumar las vidrieras policromadas que circundan toda la nave de la catedral.
Como curiosidad, también supone una radicalidad constructiva en la forma de distribuir las capillas laterales, ahora en yuxtaposición –mientras que anteriormente se mantenían aisladas–, que se nutren de la luz de las vidrieras de forma individualizada gracias a los altos techos de la basílica que, además, tiene naves laterales descargadas en arcos ojivales, lo cual también es una rareza para estas naves.
Imágenes | Basilique cathédrale de Saint-Denis
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