48 horas en Urola Costa: Orio, Zarautz, Zumaia y Getaria, entre parrillas, txakoli y besugos en el litoral de Guipúzcoa

Casi como puntos cardinales que, a media hora de Donostia-San Sebastián, esperan en Urola Costa (Urola Kosta en euskera), así es esta pequeña comarca guipuzcoana que se ha consolidado como uno de los destinos gastronómicos por excelencia de nuestro país a costa de parrillas de pescado y txakoli.

Nombres como Aia, Zarautz o Zumaia son imprescindibles, aunque no menos lo son los de Orio y Getaria, cuya sana rivalidad gastronómica a la hora de asar el pescado ha supuesto un acicate turístico no menos importante y que convierte casi en peregrinaje a sus restaurantes a lo largo de todo el año.

Territorio de surfistas, de remeros y de arrantzales (pescadores), este rincón vasco no es solo un paraíso gastronómico, sino también natural, como da fe de ello el Geoparque de la Costa Vasca o el impresionante flysch de Zumaia.

A ello se suma una devoción por el txakoli que termina de poner en el mapa a la DO Getariako Txakolina, a sus sidrerías y, ya tierra dentro, una incursión bien merecida en los designios de la ribera del río Urola, que vertebra este territorio, y que es el origen de una leyenda como la de San Ignacio de Loyola.

Día 1: de la moda a las parrillas

No son muchas las poblaciones españolas que puedan presumir de haber 'parido' a uno de los más grandes diseñadores de moda de la historia, pero así es Getaria, la cuna de Cristóbal Balenciaga y, también, de algunas de las parrillas de pescado más famosas de España.

Compitiendo en cuanto a brasas y parrillas, acercarse a Orio es fundamental para descubrir sus asadores al aire libre, donde los besugos se disponen directamente sobre los hierros candentes, y que nos sumergen en un sabroso dilema que mejor no dejar de probar.

Mañana: Orio al rojo vivo

Iniciar la ruta por Orio y por su puerto pesquero, hoy casi un vestigio, pero igualmente apetecible, es fundamental para comenzar con buen pie nuestro desembarco en Urola Kosta, sobre todo porque, si venimos de San Sebastián, es el primero de los altos en el camino que encontramos con la AP-8, la autovía que vertebra la zona.

Repleta de tonos amarillos, la arquitectura del casco histórico de Orio nos remite a este color (que es el que tienen las traineras del pueblo), y un buen plan para descubrir algunos rincones llenos de encanto antes de acercarnos a los festines gastronómicos que esperan.

Comida: besugo manda

El besugo en Katxiña

Asadores como Txitxario, Katxiña o Joxe Mari forman parte de la terna de imprescindibles si queremos disfrutar de un menú a la altura de las circunstancias y de la parrilla en Orio. Más allá del besugo, pescado estrella de sus cocinas, también se trabajan con éxito los bacalaos y las merluzas.

En cualquier caso, antes de pasar por la brasa, los pimientos de Gernika, las anchoas en salazón, las conservas vegetales y las sopas de pescado no deberían faltar tampoco como preámbulo del gran protagonista de la velada.

Tarde: alta costura y más parrilla

Creamos o no en la moda, acercarse a Getaria y descubrir el imponente Museo Balenciaga y las piezas de colección que el modisto vasco legó es otro de esos platos fuertes que no debemos dejar escapar a nuestra visita a Urola Kosta y, de paso, comprobar cómo ha degenerado la marca y cómo sus sucesores desoyeron al diseñador getaiarra y continuaron con la firma.

A esta tarde también podemos sumar un tranquilo plan por el Paseo Marítimo de Getaria, que une la población con Zarautz, de apenas cuatro kilómetros de longitud y que en los días tranquilos de otoño y durante la primavera y el verano es un planazo para descubrir la orografía de la costa vasca y, aprovechando la coyuntura, abrir la puerta para cenar en cualquiera de los dos pueblos.

Cena: dos alternativas populares

Si estamos en Zarautz es bastante recomendable dejarse caer por el restaurante Karlos Arguiñano, aunque no pretendas que el chef de Beasain esté oficiando en sus cocinas. Gastronomía vasca tradicional, bien ejecutada y una decoración donde se aprecian algunos hitos del popular cocinero son el testimonio de una casa que, si bien no sorprende, es un valor seguro para acertar.

Acierto también es apostar, si de Getaria se trata, buscar mesa en el asador Elkano, seguramente el más conocido y cotizado de los restaurantes que están en esta parte de la costa guipuzcoana. Dirigido por Aitor Arregi y capaz de ir más allá de la brasa, Elkano es ideal para descubrir su rodaballo a la parrilla, pero también para dejarse tentar por propuestas de autor que demuestran que el producto puede ir más allá.

Día 2: la Guipúzcoa verde y salvaje

El flysch de Zumaia durante el otoño.

Aún en Getaria, es de menester que nos dejemos también engatusar por su embrujo natural y busquemos algún par de excusas más para estirar las piernas. Una buena manera de hacerlo es dejarse sorprender por los nuevos ritmos que marca el txakoli, el tradicional vino vasco blanco que comienza a coger tintes gastronómicos y ser más que un vino blanco del año, con acidez, poco grado y una pizca de carbónico.

Mañana: la tentación del txakoli

Vista de Getaria desde los viñedos de una bodega.

En Getaria y Zarautz hay varias bodegas visitables, algunas de ellas bastante importantes como Txomin Etxaniz o Gaintza, que son perfectas para iniciarse en estos vinos y donde además de contar su historia y hacer catas, también hay tienda y la posibilidad de hacer allí la comida.

Más allá de estas dos poblaciones, para los amantes de Karlos Arguiñano merecerá la pena acercarse a la bodega K5, que el chef vasco posee en Aia y que es una de las más modernas y mejor acondicionadas de la zona. También es muy recomendable, aunque ya hay que acercarse más hacia el interior, la bodega Inazio Urruzola, que también incluye una oferta de restauración competitiva a base de parrilla y platos tradicionales.

Comida: Hamarratz

Con la mochila llena de txakoli y de historia del vino, es conveniente que el siguiente paso ponga en valor al vino vasco y también a los pescados menos utilizados de la cocina de Euskadi. Es ocasión de visitar Hamarratz, un asador que ha evolucionado hacia un perfil que revaloriza los pescados marginados y que además apuesta por el máximo aprovechamiento de estos.

Allí oficia el chef Andoni Txintxilla, del que ya te hemos hablado anteriormente, y donde poder comprobar el trabajo que hace con el pulpo y con pescados de acuicultura, facilitados por la Escuela de Acuicultura de Mutriku (un pueblo cercano) donde se hacen trabajos también con plantas halófitas y con hidroponía.

Tarde: playas para sorprenderse

El particular flysch de Zumaia.

No importa la época del año de la que hablemos, aunque son más espectaculares en primavera y verano, las playas de Zumaia están incluidas dentro del Geoparque de la Costa Vasca, caracterizado por el particular flysch de Zumaia.

Para ello hay que acercarse a la playa de Itzurun, el arenal zumaiarra más importante, y comprobar cómo el tiempo y la erosión han 'peinado' las rocas de este litoral dando esas caprichosas formas de rastrillo que se pueden descubrir desde tierra firma y también desde barcos que se acercan a la costa.

Cena: Jesuskoa

Un caserío en la parte alta de Zumaia sirve tanto para poner el broche gastronómico como de base de operaciones para nuestras visitas a Urola Kosta. Apenas una decena de habitaciones y cuatro apartamentos son los imanes con los que Jesuskoa, una antigua casa solariega de jesuitas, sorprende a los invitados, gestionada desde hace 16 generaciones por la familia Oliden.

Cómoda, asequible y con una cocina tradicional preparada por Ramón Oliden, Jesuskoa es perfecto para parejas o familias pequeñas y está bien comunicado como para ser el piso franco de nuestras incursiones en este rincón de la costa vasca que no deja a nadie indiferente.

Imágenes | iStock

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