Como todo el que tiene huerta sabe, no hay forma de dar salida a los calabacines en verano. Regalas a tus familiares y amigos y, al final, a todo el pueblo, y siguen sobrando. Pero yo los acepto todos: no hay mejor reto que buscar nuevas recetas con una de mis hortalizas favoritos.
Justo cuando Manolo nos trajo unos estupendos calabacines blancos me encontré en una página italiana con una receta de Zucchine a pullastiello. Es este un plato típico napolitano que, al parecer, se hace más habitualmente con berenjena (Melanzane a pullastiello), con la que seguro queda también buenísima.
El invento, con el que salivé nada más ver la foto, consiste en dos rodajas de calabacín fritas que envuelven, a su vez, a una rodaja de salami y otra de provolone ahumado, no sin antes rebozar y freír el conjunto. Es una receta laboriosa, pero no difícil, y el resultado es una pasada.
Como estoy en Aragón, he sustituido el salami por longaniza de Graus y el provolone por un queso ahumado de oveja similar al Idiazábal, pero se puede hacer con multiples combinaciones. Quizás el queso patrio más parecido al provolone ahumado original es el queso San Simón da Costa, con el que pienso repetir la receta más pronto que tarde. Quizás hoy mismo.
Ingredientes
- Calabacín 1
- Queso Idiazabal u otro tipo de queso ahumado
- Longaniza seca, salami o salchicón
- Huevo
- Harina de trigo
- Aceite de oliva
- Sal
- Pimienta negra molida
Cómo hacer zucchine a pullastiello a la española
- Tiempo total 30 m
- Elaboración 15 m
- Cocción 15 m
Escogemos el calabacín con la forma más cilíndrica que tengamos a mano. Es más fácil para esta receta usar calabacines no muy grandes y lo más regulares posibles en su forma, pero no es imprescindible.
Cortamos el calabacín, sin pelar, en rodajas de unos 7 mm de grosor. Calentamos abundante aceite de oliva en una sartén grande, y freimos las rodajas por tandas hasta que queden bien doradas, las reservamos en un plato con papel de cocina y las salpimentamos ligeramente.
Una vez fritas todas las rodajas apagamos el fuego de la sartén mientras hacemos todo el montaje. Para ello preparamos un plato con huevo batido y otro con harina de trigo. Cortamos la longaniza, salchicón o salami en rodajas finas, lo mismo que el queso. Lo ideal es que el tamaño de estas rodajas sea solo ligeramente inferior al de las rodajas de calabacín, pero tampoco hay que volverse loco, pues se pueden meter perfectamente varios trozos de longaniza o queso si se necesitan. Una vez hemos preparado la mise en place, encendemos de nuevo el aceite en el que habíamos frito el calabacín.
Una vez listos todos los ingredientes, vamos montado cada bocado, disponiendo una rodaja de calabacín, una de longaniza, una de queso y, para cerrar, otra de calabacin. Pasamos el invento por huevo, luego por harina y lo freímos. Puede paracer que todo se va a desparramar, pero si hemos rebozado bien la mezcla y la colocamos con cuidado en la sartén se crea una cobertura perfecta. Es más fácil de lo que parece. Con cuidado, vamos dando la vuelta a los "sándwiches" de calabacín, hasta que estén bien dorados por ambos lados, y los vamos colocando sobre papel absorbente.
Lo ideal es servir este plato de inmediato, para disfrutar del queso fundido. Una delicia.
Longaniza de Aragón Extra - Melsa (300 g)
Con qué acompañar los zucchine a pullastiello
Sería un poco mentirijilla decir que este es un plato de verdura, por lo que se puede servir perfectamente como plato único, acompañado de una ensalada fría o, si acaso, como segundo en una comida más copiosa, como de hecho se hace en Italia. El plato pide a gritos, además, un buen vino tinto joven con el que disfrutar a lo grande.
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