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Por qué nos cuesta encontrar ciertas cosas en la nevera según la ciencia: la ceguera del frigorífico

La organización de una nevera ayuda a mantenerla en buen estado y también a conservar mejor los alimentos, pero no siempre es fácil mantenerla en orden. Y por muy bien colocado que esté todo, hay personas que necesitan tomarse su tiempo para encontrar cualquier cosa. Da igual que los yogures estén siempre en la misma balda o que la salsa que buscan esté delante de sus narices; una fuerza misteriosa parece entorpecer su capacidad visual cada vez que abren la puerta del electrodoméstico.

Suena un poco a broma, pero esta molesta cualidad se repite en hogares de todo el mundo y no ha pasado desapercibida entre la comunidad científica. ¿Podría haber un razonamiento científico a esa dificultad tan mundana? Un estudio publicaco hace ya años apunta a una peculiar explicación.

Lo recogía la revista de divulgación científica New Scientist en su sección Feedback, en la que reúnen historias extrañas, datos curiosos o noticias llamativas, así como mensajes del público. Hace unas semanas una lectora les ponía en la pista de un llamativo artículo de investigación en el que se ahondaba en la cuestión que nos ocupa, desde el punto de vista de la ciencia.

El trabajo, publicado en el año 2005 en la revista médica Canadian Medical Association Journal, se titula Refrigerator Blindness: Selective loss of visual acuity in association with a common foraging behaviour ("Ceguera del frigorífico: pérdida selectiva de la agudeza visual en asociación con un comportamiento común de búsqueda de alimento"), y es obra de los investigadores Andrew Macnab y Mary Bennett.

Sus autores parten de la observación de los hijos de Bennett, tres niños que por entonces tenían entre 9 y 14 años, experimentaban un grave problema visual cuando intentaban encontrar algo en la nevera, incluso contando con estímulos y ayuda por parte de la madre. Los niños se frustraban, incapaces de ver el objeto deseado, como si permaneciera invisible a sus ojos pese a tenerlo delante detro de la nevera.

Los investigadores apuntan también que dicha incapacidad apenas se muestra en individuos femeninos, siendo más constante entre los masculinos, especialmente los más jóvenes.

En su artículo apuntan a que una explicación podría estar relacionada con las interferencias electromagnéticas que emiten las neveras, especialmente las más modernas y grandes, que pueden afectar a la función cerebral. Los niños, al tener menor masa corporal que los adultos, serían por tanto más sensibles, volviéndose temporalmente "ciegos" al abrir la puerta del aparato. Esas interferencias no afectan tanto, apuntan, al "funcionamiento sofisticado y emocionalmente inteligente de la mente femenina".

Y concluyen que sería interesante limitar el acceso directo a la nevera de los niños, sobre todo los más jóvenes o en edad de crecimiento. "Tendría el beneficio de disminuir la incidencia de enfermedades relacionadas con el estrés entre los padres al contener la actual epidemia de ceguera por frigorífico, y representa un medio potencialmente eficaz para frenar la alarmante tendencia a la obesidad".

En New Scientist se abstienen de hacer comentarios al respecto, pero puntualizan que no han encontrado estudios posteriores que siguieran la línea abierta por los investigadores canadienses. Y probablemente sea mejor así.

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