Se suele decir que los músicos son celebridades cuya excentricidad aumenta de forma paralela a su nivel de fama. Se oyen muchas historias de fiestas de lujo y habitaciones de hotel destrozadas, sobre todo relacionados con grupos de rock, aunque probablemente muchas sean más leyenda que realidad. Sin embargo, hay algo que sí parece caracterizar a los grandes de la música, las particulares comidas que piden cuando celebran conciertos, que son las que han inspirado a esta serie de fotografías de bodegones.
En realidad tendríamos que hablar de cláusulas, pues no son tanto peticiones sino exigencias por contrato. Cuando un músico o un grupo firma un acuerdo comercial para celebrar un concierto o una gira, al parecer lo habitual es incluir una cláusula donde se especifican ciertas exigencias particulares, que normalmente incluyen comidas y productos. Las peculiaridades de algunas peticiones inspiraron al fotógrafo Henry Hargreaves para recrear algunas de ellas con la ayuda de la estilista Caitlin Levin.
No es la primera vez que nos encontramos con una obra de Hargreaves y Levin por aquí, y la verdad es que me encanta conocer las nuevas propuestas artísticas que la comida inspira a este singular fotógrafo. Lo interesante de esta nueva serie de obras no es sólo la curiosidad de conocer las rarezas gastronómicas de músicos famosos, sino también la forma en que se han recreado ante la cámara.
Y es que, gracias a la colaboración de Caitlin Levin, cada fotografía se nos presenta en forma de bodegón, inspirados claramente en la larga tradición que este género ha tenido en la historia de la pintura, con atención especial al bodegón flamenco más tradicional. Así, se establece una curiosa relación entre el concepto de artista a través de los siglos.
Al presentar de esta manera cada comida, se le dota de cierta dignidad, pero jugando al mismo tiempo con el carácter excéntrico de los músicos. La verdad es que el resultado no sólo es interesante por el contenido anecdótico, sino que además son fotografías bellas, con todos los elementos dispuestos en composiciones elgantes y equilibradas.
De este modo, encontramos productos de lujo como la botella de Dom Perignon exigida por Axl Rose - cantante de Guns N' Roses - o la colección de distintas bebidas alcohólicas de Frank Sinatra. Sin embargo, lo curioso es que la mayoría de peticiones son productos más sencillos, como las galletas con chips de chocolate de Billy Idol, o el pollo frito, bien sazonado, exigido por Beyoncé.
Personalmente me quedo con los ejemplos más curiosos; los ositos de gominola de Marilyn Manson y el plato de hielo con queso no oloroso de Lady Gaga son buenos ejemplos. Lo habitual es pensar que estas celebridades exigirían comidas exóticas y lujosas, pero con estos elegantes bodegones comprobamos cómo la mayoría tienen gustos más humildes, sin dejar de ser extravagantes. Y que estas peticiones aparezcan exigidas como cláusulas contractuales, reafirma la excentricidad de las estrellas de la música.
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