Cómo organizar bien la despensa (en tiempos de cuarentena y siempre)

Con el confinamiento de por medio, es posible que algunos tengáis la despensa más llena de lo habitual. Una vez demostrado que no ha habido desabastecimiento por la cuarentena del Covid19 es momento de poner en orden este armario, o habitación, en el caso de los afortunados, para saber qué tenemos, cuánto tenemos y cómo podemos organizarlo de la mejor manera posible.

Evidentemente, todos tenemos nuestras pequeñas manías a la hora de almacenar, mucho antes de que la famosa Marie Kondo saltara a la palestra. Sin embargo, nuestros arroces, harinas, azúcares, legumbres (todas las que te puedas imaginar, desde lentejas y garbanzos hasta alubias, caparrones o fabes), pastas secas o conservas; sean vegetales, como la espinaca, el pimiento rojo, los guisantes; o sean de pescado o carne, por no hablar de los platos preparados, necesitan su propia jerarquía.

Por eso, podríamos catalogar una despensa básica en cinco grandes grupos: legumbres, pastas secas, conservas (vegetales, de carne o de pescado), platos preparados y otros alimentos (sal, harinas y azúcares, principalmente). Quizás el concepto despensa cambie de casa en casa, o de región en región, o, lógicamente, en función del tamaño que tengamos disponible.

Por eso, para algunos habrá una despensa en la que haya productos frescos, semifrescos o curados, tales como ristras de ajos, cebollas, patatas o pimientos secos, e incluso chorizos, quesos y multitud de embutidos. Sin embargo, nuestra intención hoy es ayudaros con esos cinco grandes grupos que os hemos mencionado.

Lo pesado, abajo; lo ligero, arriba

No importa si almacenas productos en un armario, en baldas o, directamente, en una gran habitación con estantes. Lo más lógico, si acumulas de forma vertical, es que lo más pesado esté abajo.

Lógicamente, este almacenamiento es muy importante en distribuciones verticales por una mera cuestión de gravedad y no sobrecargar los estantes, además de no arriesgarse a que se puedan volcar, verter o, peor aún, caérsenos encima cuando vayamos a por algo.

De un modo similar, dependiendo de nuestro espacio, nunca es la mejor opción que la mayoría de lo que guardemos esté lejos del alcance de nuestra vista. Al final, si almacenamos en lugares poco accesibles, las probabilidades de que no recurramos a esos alimentos y, por lo tanto, que se queden allí para vestir santos.

Lo más recurrente, delante; lo menos, detrás

Seguramente, como en la mayoría de hogares, productos como el tomate frito, los concentrados de tomate, el azúcar, la sal o los fideos tengan mucha rotación en tu cocina. Otros productos de alacena como pueden ser algunas harinas -si no eres muy repostero- o determinado tipo de pastas especiales o aquel bote de un kilo de pepinillos en conserva que compraste en una feria de alimentación alemana quizás no tengan tanta rotación.

Por eso y para facilitar la entrada y salida de productos es conveniente que tengas más a mano lo que antes salga. Aunque suene de cajón, es necesario para evitar encaramarnos a escalerillas o taburetes en busca de según qué productos.

Ordenar por grupos

Seguro que, desde que el mundo es mundo y desde que vuestras madres y abuelas os han aconsejado, organizáis la despensa en grupos de alimentos que tengan cosas en común. Si no lo hacíais ya, es conveniente que lo hagáis.

Agrupar por zonas es lo más práctico para saber siempre dónde tienes cada cosa, casi de forma automática. Las legumbres por un lado, las conservas por otro, así hasta que por tipo de producto puedas tener todo bien apañado.

Tarros herméticos con el mismo tamaño para producto seco

Uno de los peores enemigos del almacenaje es encontrarte con tamaños dispares. Es cierto que la mayoría de nuestras legumbres vienen en formatos de kilo, muy similares, al igual que los fideos o los macarrones, pero conviene trasvasarlos a tarros más homogéneos y que tengan un cierre hermético. Para llevar un orden escalonado, ya que no de todo compramos la misma cantidad o viene igual envasado, es útil que adquiramos tarros de varios tamaños, ya sean de vidrio o de vidrio borosilicato -más duradero- y no de plástico, porque tienen una peor vida útil.

Primero para asegurar la estanqueidad y conservación de propiedades una vez que abramos el paquete (rara será una casa en la que se hagan del tirón un kilo de arroz, de macarrones o de lentejas) y segundo porque esos mismos tamaños permitirán que haya menos espacio libre entre uno y otro dentro de la despensa o del estante.

Esta regla es especialmente práctica para el primer estante, si hablamos de un armario, pero se puede aplicar a cualquier forma de almacenaje. Además, conviene tener a mano una etiquetadora en la que pongamos el producto, la fecha de apertura y la fecha de caducidad. Más rudimentario pero igualmente efectivo sería recurrir a un post-it en cada tarro.

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Rotulador a mano para las conservas de pescado y vegetales

Generalmente, la mayoría de las conservas que consumimos (mejillones, atún, guisantes, maíz, pimientos, calamares...) vienen en latas donde está sobreimpresionado el producto del que hablamos pero en otras no. Además, es frecuente que las compremos en packs que sean de tres o seis unidades, por lo que a veces puede sobrarnos embalaje, que ocupa más espacio del que deberíamos cuando nos quedan un par de latas.

Por eso, rotulador en mano, conviene prescindir de estas cajas cuando sean un engorro y rotular en la propia lata el producto que se trata y la fecha de caducidad. Aunque nuestro laterío se mantiene en buenas condiciones mucho tiempo, conviene tampoco dejarlos en la despensa durante años. Esto es especialmente relevante si hacemos nuestras propias conservas, ya sean de frutas o de hortalizas, para poder llevar una cuenta fiable de cuándo las hemos envasado.

Quizás las palabras 'atún claro en aceite de oliva' no quepan en el tarro pero recurre a siglas para saber de qué se trata. En la parte superior de la lata escribe el producto y en la inferior, si no viene ya, la fecha de caducidad. Por cierto, también aquí te puedes valer de una etiquetadora para estas pequeñas tareas.

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Atención a las caducidades: lo más perecedero, delante

Aunque la despensa no será normalmente un espacio donde haya cosas demasiado perecederas, ya que estará ocupada de producto seco y conservas, generalmente, es conveniente que productos algo menos longevos ocupen los primeros puestos. Puede ser una conserva que no tenga tantos aditivos, quizás una salsa que lleve algún tiempo abandonada o, incluso, un paté no demasiado tratado. Razón por la que tienes que prestar atención a dos conceptos clave: fecha de caducidad y consumo preferente.

Sea la que sea, estos pequeños productos conviene que estén a la vista en la medida de lo posible para que no pasen desapercibidos. Como si se tratase de una fila india, los más pequeñitos delante permitirán que veas -hasta un cierto número- a los más altos que estén detrás.

Lleva la cuenta: ya sea en el móvil o en una libreta

Te lo contamos en el reportaje que hicimos sobre cómo congelar correctamente alimentos y te lo repetimos hoy: ten una app o una libreta en la que lleves la cuenta de la cantidad de producto que tienes, su fecha de apertura y su fecha de caducidad. Es una tarea que apenas te ocupará 10 minutos cuando hagas la compra y te facilitará enormemente la vida para futuros pedidos o para saber a qué darle salida en tu cocina.

Puedes usar apps del clásico bloc de notas de tu móvil pero también algunas especializadas como Bring! o Google Keep: notas y listas. Si apuestas por el analógico, acude a papel y lápiz -mejor que boli, porque se puede borrar- y haz un inventario de lo que tienes y desde cuándo lo tienes.

Mi despensa es poco más que un armario y me he pasado con las compras. ¿Qué hago?

Puede que ahora, con tres decenas de paquetes de judías blancas, arroz y carillas en casa no sepas qué hacer porque no te caben en la despensa. No estás ni sola ni solo pero puedes seguir estas mismas pautas para guardarlo donde buenamente puedas.

Lo que sí cambia es que, al tener poco margen de maniobra, te recomendamos que sólo guardes un producto de cada tipo en la despensa que tengas más a mano. Lógicamente, salvo que hagas garbanzos seis veces a la semana, tendrá sentido que vayas dando salida paulatina a estos productos y así los puedas ir reponiendo. Lo que no tiene sentido, salvo que seas la garbancera -o atunera, o harinera, o tomatera- mayor del reino, es que ocupes demasiado espacio con un solo producto.

Despensa no significa ni garaje ni trastero

Nuestros paquetes y tarros de lentejas, de judías verdes o de atún no tienen demasiada poesía. Generalmente, en ellos sólo aparecen los ingredientes, quién los fabrica y unas poquitas sugerencias de almacenamiento. Lo más normal es que en todos ponga "guardar en lugar fresco y seco, apartado de fuentes de calor, de luz y de olores intensos".

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Razón por la que, aunque tengas 15 kilos de arroz en paquete, no debes meterlos ni en una bodega -es una zona húmeda-, ni en un garaje -hay muchos olores- o en un trastero que no cumpla con estas pequeñas pautas. Tenemos muchos alimentos que sobreviven -casi- a prueba de bombas pero tampoco le pongamos a nuestras conservas y legumbres problemas que no tienen.

Imágenes | iStock/Pixabay/Pexels

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