Resulta curioso comprobar que Carlos III, el 'joven' rey de Inglaterra comparte buena parte de los gustos culinarios que Isabel II, su madre, tenía en la mesa como se presupone a los británicos al son del té de las cinco o de los sándwiches.
Además, según varias fuentes, Carlos III no es un rey derrochador en lo gastronómico, aunque sí le persigue cierta fama de extravagante a la hora de vestir y dilapidar dinero en trajes y zapatos, lo cual tampoco podemos corroborar.
Lo que sí es cierto el antiguo Príncipe de Gales ha dado muestras, como heredero y como rey, de no ser un tipo especialmente pródigo en lujos en lo que a comer se refiere. Tanto es así de que hecho es muy habitual en su rutina diaria que decidiera saltarse la comida y preferir hacer un desayuno tardío.
Claro que, para los estándares españoles, habría que comprobar qué consideran en Buckingham Palace un almuerzo pasado de hora, el cual probablemente se realice más pronto de lo que son nuestras comidas.
Carlos III: ¿austero o tacaño?
Puede que los reyes ya no sean hoy los que acostumbraban a ser en el pasado, o no al menos en los banquetes pantagruélicos a cada paso que dieran. Según Julian Payne, excorresponsal de la familia real, en declaraciones de The Telegraph, cuando Carlos de Inglaterra desayuna apenas toma "té, fruta de temporada y algunas semillas".
Una tendencia healthy que puede sorprender viniendo de la realeza británica pero que resulta evidente si quiere llegar a los años de reinado de su madre. Curiosamente, aunque los desayunos del Carlos III sean frugales, se daba algunos caprichos dulces cuando viajaba, como mencionaba el propio Payne (antiguo secretario de prensa del por entonces príncipe) aludiendo a "seis tipos diferentes de miel, su propio muesli y sus propias frutas deshidratadas".
¿De grandes cenas están las sepulturas llenas?
Conocemos ejemplos de monarcas que murieron después de darse auténticos atracones, como es el caso de Adolfo Federico de Suecia (fallecido en 1771) tras ventilarse después de una opípara cena nada menos que 27 semlor, un postre similar a un panecillo dulce bañado en leche y con nata.
No sabemos si Carlos III correrá la misma suerte, pero sí se sabe que su comida más potente del día es la cena, así que tampoco nos hace válido el refrán de "desayuna como un rey, come como un príncipe y cena como un mendigo", pues según Julian Payne se trata de la comida favorita de Su Alteza Real y, al parecer, los menús no son magros.
Tanto es así que Darren McGrath, excocinero real en Buckingham Palace recuerda uno de los platos favoritos de Carlos de Inglaterra cuando aún era príncipe: "cordero asado con risotto de setas silvestres".
De la mar, el mero; y para Carlos III, el cordero.
No es la primera vez que había menciones a la devoción de Carlos de Inglaterra por el cordero, aunque debemos puntualizarlo, pues parece que Su Alteza Real no prefiere opciones demasiado tiernas como sucede en España con el lechazo, sino que gusta de animales más maduros, lo mismo que sucede con Camilla Parker Bowles, que también prefiere sabores intensos.
De hecho, cuando se habla de este tipo de productos, se debe puntualizar lo que los británicos conciben como mutton, que es una oveja o cordero adulto o que al menos supera el año de vida. Estándares que para el ovino español, incluso en ejemplares talluditos como el recental, el pascual o el ternasco de Aragón resultarían noveles para Carlos III.
Del mutton, respecto del cordero, el por entonces heredero aseguraba a la publicación Country Life que "era importante dar valor a las ovejas viejas", lo que además le permitía comer una salsa de alcaparras, uno de sus aderezos favoritos cuando era niño.
Té, caprichos de fin de semana y muchas ciruelas
Es evidente que cualquier británico adora el té o, cuanto menos, lo bebe con cierta frecuencia. En el caso de las mesas de Carlos II la variedad que no falla es el Darjeeling, al que suele añadir miel y leche.
En cuanto a frutas, Su Alteza Real disfrutaba en tiempos de heredero de las ciruelas que se recolectaban en Highgrove, donde Carlos de Inglaterra poseía de una casa de campo en el condado de Gloucestershire.
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Por último, cuando sus quehaceres oficiales le liberaban ligeramente, gustaba de disfrutar en Clarence House (la que era su residencia como heredero) de un desayuno rotundo a costa de baked eggs, gratinados con quesos británicos y que incluían espinacas, tomates y nata.
Imágenes | Gtres / iStock
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