Junto al azúcar añadido o azúcar libre, las grasas trans son grandes enemigas de nuestra alimentación actual y han llegado para quedarse de la mano de los ultraprocesados. Te contamos las consecuencias de su ingesta sobre la salud y cómo puedes evitarlas en tu dieta habitual.
Qué son las grasas trans y dónde podemos encontrarlas
Las grasas trans son una forma de grasa ampliamente usada a nivel industrial con la finalidad de reducir el uso de grasas animales y emplear en su reemplazos, grasas vegetales sólidas a temperatura ambiente y de larga vida.
Si bien se encuentra naturalmente en algunos alimentos como la leche o carnes de rumiantes por ejemplo, allí se presentan en muy escasas proporciones y acompañadas de nutrientes saludables propios de alimentos frescos. No obstante, la principal fuente son los procesados y ultraprocesados que además de grasas trans, pueden contener otros nutrientes nocivos para el organismo tales como el sodio, los azúcares u otros.
Es decir, las grasas trans son un formato de grasas muy usado a nivel industrial para mejorar la vida útil de los productoa, ahorrar dinero y ganar en marketing al emplear ingredientes vegetales habitualmente considerados más sanos que sus semejantes de origen animal.
Las consecuencias de las grasas trans sobre la salud
Durante mucho tiempo las grasas saturadas que abundan en alimentos animales fueron consideradas las malas de la película. Sin embargo, hoy se sabe que las grasas trans son peor opción, ya que no sólo elevan el colesterol total y el colesterol LDL o malo en el organismo, sino también, reducen el colesterol HDL que resulta cardioprotector.
Así, el consumo de grasas trans predispone a sufrir dislipemias y eleva el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, entre ellas, aterosclerosis y otras según señalan los estudios.
Asimismo, tienen poder inflamatorio en nuestro cuerpo y se han vinculado al incremento de peso corporal, produciendo de esta forma el efecto contrario a las grasas insaturadas. Por otro lado, favorecerían la acumulación de grasa en el abdomen lo cual no sólo es propio de la obesidad sino de otras enfermedades metabólicas como la diabetes.
Como si esto fuera poco, las grasas trans podrían perjudicar la salud mental ya que se las ha asociado a mayor pérdida de memoria y hay estudios que constatan que su consumo eleva el riesgo de sufrir Alzheimer.
Investigaciones en mujeres señalan que la ingesta de grasas trans elevan el riesgo de sufrir cáncer de mama y también por su poder inflamatorio así como por incrementar el estrés oxidativo, este tipo de grasa podría elevar las probabilidades de desarrollar otros tipos de cáncer o enfermedades degenerativas y metabólicas.
Cómo evitar las grasas trans en la dieta habitual
Las grasas trans, por las consecuencias antes dichas sobre la salud, son un nutriente perjudicial y que no aporta beneficio alguno al organismo.
Por eso, en el último Consenso sobre las grasas y aceites que publicó la FESNAD se aconseja que su consumo sea lo más bajo posible, intentando no superar con su ingesta el 1% de la energía total diaria.
La clave para disminuir su consumo es reducir al máximo los procesados y ultraprocesados, pues como hemos dicho, en los alimentos frescos está presente en muy pequeñas cantidades mientras que en los productos industriales se extienden ampliamente.
Además, recomendamos evitar las frituras que depende de cómo sean realizadas pueden generar grasas trans al modificar la estructura natual de las grasas que poseen los aceites.
Así, si queremos evitar las grasas trans en nuestra dieta habitual aconsejamos prescindir de fiambres y embutidos, de hamburguesas, nuggets y similares, evitar pizzas comerciales o congeladas, reemplazar cereales de desayuno, snacks comerciales, bollería y galletas industriales por opciones caseras y también, evitar mantequillas, margarinas, helados así como preparaciones de fast food y ultracongelados varios.
En cualquier caso, para identificar la presencia de grasas trans es recomendable mirar el listado de los ingredientes, pudiendo encontrar allí estos lípidos bajo el nombre de aceites vegetales hidrogenados, aceites parcialmente hidrogenados, grasas hidrogenadas o parcialmente hidrogenadas o simplemente, ácidos grasos trans.
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