Quizás el nombre de esta receta en mi casa, fantasía de bacalao con cebolla, no sea el más descriptivo desde el punto de vista culinario, pero sí desde el emocional. Los que no sintáis el amor que yo siento por tan dulce bulbo, podéis llamarla simplemente bacalao con cebolla.
No es la primera vez que mi mente calenturienta imagina un plato en la que la cebolla cobra tanto protagonismo; el entrecot con salsa de cebolla caramelizada es un habitual en casa; pero creo que con el pescado, y sin nata, adquiere una dimensión aún mayor.
Aunque el bacalao con cebolla caramelizada es una receta sencilla, requiere un poco más de tiempo, paciencia y previsión de la que viene siendo habitual en mi. Más que nada porque la cebolla se lo toma con calma para caramelizarse y, si el bacalao es congelado, como en mi caso, hay que sacarlo y dejarlo en la nevera unas buenas horas antes. Por lo demás, coser y cantar.
Lo primero es pelar y cortar las cebollas en juliana. Luego las ponemos a pochar en una sartén no muy grande —de la que tengamos tapa— con un buen chorro de aceite. Lo suyo es empezar con un fuego medio alto y bajar enseguida a medio bajo. Tapamos y dejamos que se vaya deshaciendo, removiendo periódicamente.
Como he dicho, la cebolla tarda bastante en caramelizarse en su propio azúcar, por lo menos media hora, aunque lo normal son 40 o 45 minutos. Mi recomendación es que os preparéis un aperitivo y lo disfrutéis entre removida y removida. O recojáis la cocina, lo que más os plazca.
Una vez tenemos la cebolla bien oscura y blandita, ponemos las dos piezas de bacalao en la sartén y añadimos un chorro de vino blanco. Subimos el fuego, dejamos que reduzca mientras se hace el bacalao —cosa de 5-7 minutos— y listo.
Para la presentación, a mi me gusta colocar el bacalao sobre un lecho de cebolla caramelizada —que trasnochado suena ya lo de “lecho de” ¿no?—. Queda la mar de bonito y permite coger un poco de cada con el tenedor.
Con qué acompañar el bacalao con cebolla
No he llamado a esta receta fantasía de bacalao y cebolla solo por un ataque de poesía, sino porque realmente te transporta a un mundo paralelo mientras la cebolla y el bacalao se deshacen en la boca con una agradable mezcla de dulce y salado.
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