Hace casi un año, seis grandes multinacionales de la alimentación anunciaron su intención de crear un nuevo sistema de etiquetado frontal que incluyera una versión del conocido como “semáforo nutricional”, por el cuál se indica con colores verde, ámbar y rojo si los distintos nutrientes de un alimento superan en poco o mucho las recomendaciones sanitarias.
El anuncio forma parte de un debate abierto en la Unión Europea sobre el modelo voluntario de etiquetado frontal de los alimentos que los Estados miembros pueden adoptar, y que empezará a utilizarse a finales de este año.
Como explica en un comunicado el Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas, esta nueva etiqueta, bajo la premisa de ser clara y no inducir a la confusión, se sumará a la ya existente y obligatoria de la parte trasera de los productos, para reforzar la información al consumidor y facilitar la elección de alimentos saludables, pues podría tener un carácter evaluativo (esto es, indicar si un producto es mejor o peor). Pero su configuración concreta será una decisión de las empresas, siempre dentro de una serie de normas.
Son estas normas las que se están debatiendo estos días en la Unión Europea, que prepara un informe que servirá de guía para el desarrollo y adopción del etiquetado frontal, como resultado de las tres reuniones conjuntas celebradas hasta ahora con los grupos de interés y los Estados miembros.
Manuel Moñino, representante del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas (CGCODN) ante la Federación de Dietistas-Nutricionistas de Europa (EFAD), ha estado presente en todas estas reuniones, y como ha explicado a Directo al Paladar, la comisión prevé publicar en breve un informe que marque los criterios básicos y mínimos de este etiquetado frontal, que seguirá siendo voluntario, pero podría acabar siendo más o menos estándar.
Y, claro está, como en todo lo que respecta al etiquetado de alimentos hay múltiples intereses en juego.
La propuesta de la industria
El sistema propuesto por Mondelez, Nestlé, Pepsico, Coca-Cola y Unilever, conocido como Evolved Nutrition Label (ENL) –o “sistema de etiquetado nutricional evolucionado”– determina lo saludable que es un alimento en función de la ración de este que se recomienda consumir. Así, un paquete de galletas podría poner el color verde en varios nutrientes, por ejemplo, si la ración recomendada es solo de tres galletas.
Como explicaron las compañías promotoras de la iniciativa, “el enfoque ENL se basa en la ingesta de referencia existente en toda la UE, que ya es familiar para 500 millones de consumidores, al agregar colores a los números que reflejan el contenido de nutrientes por porción real consumida”. Las etiquetas de los productos de estas cinco multinacionales pasaran en estos días a tener este nuevo aspecto.
Aunque el cambio ya se acordó hace un año, el nuevo etiquetado se ha anunciado hoy en España. En este tiempo se ha descolgado de la iniciativa la multinacional Mars, que ha explicado a Efe que el llamado ENL “no cuenta con la credibilidad y el amplio consenso necesario” para hacer esta opción viable.
Una enorme confusión
Ya en marzo de 2017, la OCU y la Asociación Europea de Consumidores lamentaron “la forma en la que los fabricantes quieren definir los colores para reflejar sus valores nutricionales” al utilizar porciones variables en vez de raciones de 100 gramos. Lo mismo opina Moñino, que cree que calificar los alimentos en porciones es muy subjetivo y esta medida solo busca reducir la presencia de colores de alerta: que casi ningún alimento lleve etiquetas rojas.
Esta semana, se han sumado también a la polémica siete colegios de dietistas-nutricionistas de diferentes regiones españolas que han reclamado a Sanidad implantar el etiquetado Nutri-Score, el que ya funciona en Francia y Bélgica, muy diferente al impulsado ahora por estos cinco gigantes de la industria alimentaria.
El sistema propuesto por los colegios de Andalucía, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Cataluña, Madrid, Murcia y Comunidad Valenciana –que aseguran representar al 80 % de la profesión– permite clasificar los productos alimenticios en cinco categorías desde el punto de vista de calidad nutricional: A, B, C, D y E (5 colores) representadas en forma de una cadena de círculos que van desde el color verde oscuro al rojo oscuro (de mejor a peor calidad nutricional). Bajo este sistema los productos tienen una única calificación nutricional, lo que hace más fácil a los consumidores tomar decisiones saludables.
Los nutricionistas españoles (muy) divididos
Aunque los portavoces de estos colegios insisten en que el establecimiento del Nutri-Score en España se justifica “por los grandes desafíos de salud pública relacionados con la nutrición, incluido su papel principal en el desarrollo de la obesidad, numerosos tipos de cáncer, enfermedades cardiovasculares o diabetes”, su anuncio ha sentado muy mal en otros colectivos de nutricionistas, en concreto en el Consejo General, organismo que dice agrupar a todos los colegios de España.
Como ha explicado a Directo al Paladar Giuseppe Russolillo, presidente del patronato de la Academia Española de Nutrición y Dietética –una Fundación del ámbito del Consejo–, estos siete colegios se han desmarcado del posicionamiento de los nutricionistas a nivel europeo para apoyar un sistema sobre el que, asegura, no existe un consenso científico.
Y lo han hecho, asegura Russolillo, siguiendo intereses espurios: “No me parece mal que haya colaboraciones con la industria, y se financien a través de ella, pero si van a hacer un posicionamiento de este calado lo mínimo que se espera es que declaren el conflicto de interés, directo e indirecto. Algunos de estos colegios obtienen financiación de la industria en sus jornadas, y estos conflictos deben ser declarados, y tres de los presidentes de estos colegios están en una Junta Directiva de una sociedad financiada por un supermercado español al que le interesa este etiquetado. Esa es la realidad y es una vergüenza”.
No hace falta hacer una gran investigación para conocer los vínculos a los que se refiere Russolillo. La Sociedad Científica Española de Dietética y Nutrición (SEDYN), que firmó el pasado año un convenio de colaboración con Fundación Eroski –el primer supermercado de España que incluyó en sus productos un etiquetado de tipo semáforo y que ha anunciado que implementará el sistema Nutri-Score en sus productos de marca blanca a finales de año–, tiene en su junta directiva a la presidenta del Colegio de Nutricionistas de Cataluña, Nancy Babio, y a la presidenta del Colegio de Nutricionistas de Valencia, Paula Crespo Escobar. Además, el presidente del colegio de Andalucía, Luis J. Morán Fagúndez, fue miembro fundador de la Sociedad.
Algunos de estos colegios tienen, además, vínculos con empresas de alimentación, que financian muchas de sus actividades. Las jornadas del colegio de Cataluña, que se celebran este sábado contarán, por ejemplo, con el patrocinio de Aneto, Campofrío, El Pozo o Danone. Esta última compañía patrocinó el pasado septiembre un simposio del colegio catalán sobre Actividad Física y Deporte, en el marco de un posgrado cuya directora es también Nancy Babio, presidenta del colegio.
“El Consejo de nutricionistas no existe”
Babio ha atendido a Directo al Paladar y ha desmentido rotundamente las declaraciones de Russolillo: “Somos profesionales sanitarios, participamos en muchos ámbitos, y el hecho de que esté en una sociedad científica no tiene nada que ver con lo que haga en el colegio”.
El posicionamiento de los siete colegios que apoyan el Nutri-Score, explica Babio, no responde a ningún interés “conspiranoico”, sino a la evidencia científica debatida en el congreso Nutrimad, que se celebró hace dos semanas, y donde se revisaron más de 30 publicaciones científicas existentes respecto a este sistema de etiquetado –y donde Eroski anunció, por cierto, que empezaría a aplicar el sistema Nutri-Score–.
Morán Fagúndez, presidente del colegio de nutricionistas de Andalucía, ha asegurado a Directo al Paladar que su institución no recibe ningún tipo de financiación por parte de empresas alimentarias. Por su parte, Paula Crespo, explica que “el colegio de dietistas y nutricionistas de la Comunidad Valenciana no tiene ningún tipo de relación con la industria alimentaria, que no financia sus actividades”. Además, explica “actualmente, Sedyn no tiene relación con ningún supermercado“. Y añade que “el criterio del colegio en sus opiniones se basa en aspectos puramente científicos y no entiende el motivo de estas acusaciones”.
“Rechazo todas estas acusaciones”, repite Babio. “Detrás de esto hay ciencia y profesionales científicos que hemos valorado el tema y hemos trabajado en ello mucho tiempo”. Preguntada por la razón por la que no han optado por una posición de consenso tomada junto a todos los colegios de nutricionistas, a través de su Consejo, Babio insiste en que tal Consejo no existe. “Los representantes de la profesión somos los colegios”, apunta. “Desconozco que exista un Consejo oficial de nutricionistas”.
Moñino, representante de este Consejo que Babio considera inexistente, insiste en que se creó en 2014. Pero a la vista está que los nutricionistas españoles están muy lejos de tener una voz mínimamente unificada.
Volviendo al etiquetado, ¿en qué quedará la cosa? “No es responsable posicionarse ahora mismo ante un etiquetado frontal concreto, pero lo que hay que hacer es que haya etiquetados frontales evaluativos, sencillos, transparentes, basados en la evidencia y exentos de conflictos de interés, basados en 100 gramos y que contengan color”, concluye Moñino. “Y creo que es por donde va a tirar la comisión”.
Veremos. Lo que es seguro es que, mientras no se tome una decisión, todo esto no hace más que seguir confundiendo al consumidor, que sigue sin saber qué etiquetado va a encontrarse ni cuenta con organismos de referencia en la materia.
Actualización: Después de que este articulo fuera publicado, Giusseppe Russolino pidió matizar sus declaraciones. Por petición suya, dónde en la primera versión del artículo se indicaba “Estos colegios están financiados por empresas que tienen intereses en este etiquetado” figura ahora “Algunos de estos colegios obtienen financiación de la industria en sus jornadas y estos conflictos deben ser declarados”.
Imágenes | iStock/Pixabay
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